Luis sé fuerte, aguanta …


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Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

Parece ser que el sobre con la carta de los Reyes Magos ha surtido sus efectos tras las fiestas navideñas, y el señor Luis Bárcenas saldrá finalmente de su encierro carcelario, en el que ha estado sólo 19 meses. La Audiencia Nacional ha admitido parcialmente un recurso presentado por su abogado, y ha fijado una fianza irrisoria de 200.000 euros para la puesta en libertad del extesorero del PP, al entender que no existe “riesgo de fuga” y que la investigación del tentacular caso Gürtel “está prácticamente agotada”.

Es auténticamente vergonzoso como este personaje, y otros muchos, que incluso detentan cargos y responsabilidades públicas, se ríen de todos los españoles y dejan al poder judicial por los suelos. Bárcenas y el complejo caso Gürtel no retratan sólo la realidad de unos cuantos chorizos de guante blanco, sino que por desgracia ponen sobre la mesa la presunta financiación ilegal y corruptela que caracterizan hoy al Partido Popular, que no olvidemos, es el partido que nos desgobierna.

El poder político en España, ya desde hace unos años, ha adquirido un tinte mafioso que se ha vertebrado a lo largo y ancho del entramado institucional, intentando disfrazarse con una pátina de normalidad, vomitiva e hipócrita. Todos estos Bárcenas y Pujol, toda esta tormenta de casos de corrupción y latrocinio, son sólo las puntas de un iceberg de corrupción y atentado a la democracia de dimensiones titánicas y aristas cortantes.

Vaya si le ha venido bien el supuesto mensaje de Rajoy al extesorero, aquel polémico mensaje que se le envía a quien ha abusado de la confianza. Al final, como en el amén del montaje de Ibsen – que titula “Epílogo dramático” – las ambiciones por llegar hasta la cumbre acaban en la muerte, la tumba, la desaparición o incluso en el olvido… . Rajoy y Bárcenas son dos personajes que interpretan un mismo drama del que todos somos convidados de piedra, haciendo cola en la sopa boba de la miseria que nos han generado. El poder se aleja del pueblo y se enroca bajo la hoguera de las vanidades, avivada con sobres sin sello, cajas B y tarjetas “black”, siempre con la pretensión de “salvar el culo” a los que cortan el bacalao, y sin otros fines que su expansión y mantenimiento, a costa de nuestro futuro y aquella gran ocupación de la vida que nos recordaba Stendhal, “la chasse au bonheur” ( la caza de la felicidad ).

Toda esta pantomima, toda esta mascarada, con Gran Hermano VIP y pequeño Nicolás incluido, forman parte de la borreguil, desesperada y precaria realidad diaria de esta sociedad. Más que nunca están presentes los postulados del sociólogo alemán Robert Michels y su “Ley de hierro de la oligarquía”: “La organización es la que da origen al dominio de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía”. Los medios de comunicación saturan de información a las personas, las pirámides de mando y liderazgo se vuelven gigantescas organizaciones y tramas, en las que los sistemas electorales se diseñan a la carta, de tal forma que poco importan las ideas o los partidos, si tienen seguidores o no. Las burocracias partidistas construyen el aparato político y legal que garantiza la continuidad en los escaños, la continuidad en el ejercicio del poder, por encima de todos, por encima de todo.

La Historia nos enseña que la corrupción, la miseria y el paro siempre han sido elementos de confluencia explosiva para las naciones. Un Estado privatizado sin proyecto de nación, que empobrece a sus ciudadanos, que expande la desigualdad, que limita los derechos y las libertades cívicas, que prostituye y chantajea la división de poderes públicos, carece de credibilidad para seguir gobernando, para seguir instalado en el poder que enmierda y envilece, para seguir mintiendo. Ni brotes verdes ni raíces vigorosas, sólo hay más de lo mismo: Una crisis crónica de la que el tal Bárcenas y sus paladines son los principales culpables, y encima “se van de rositas” por “aguantar”. A partir de ahora se intentará lavar la imagen del partido de cara a la cita electoral, las encuestas bailarán por soleares y se pretenderá endulzar la aciaga actualidad, pero no podemos olvidar las frases que gritaba a sus adversarios Al Pacino, en “El precio del poder ”: “… siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad ”.

Se nos viene inculcando por los medios propagandísticos organizados que la ética, los ideales o los principios morales y políticos son una empresa inútil, teórica o incompatible con la realidad, presidida por el dinero y el mecenazgo político o empresarial. Yo pienso todo lo contrario. Hoy más que nunca, desde la honestidad y la humildad, debemos apostar por la democracia, la protección social, la división de poderes, los derechos y progreso perdidos… el cambio. La única forma de avanzar, la médula del progreso, pasa por la defensa sincera, por el camino de la verdad y la libertad, siempre buscando ese deseado cambio radical y estructural de rumbo, que haga brillar la justicia económica y social perdida y le devuelva la esperanza a los perdedores de esta espantosa crisis, para arrancar de las manos de la corrupción medradora, nuestro castigado régimen democrático y las diferentes instituciones públicas que lo conforman.

“Las verdaderas columnas de la sociedad son la verdad y la libertad “- Henrik J. Ibsen.

 

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