SOBRE NUESTRA VIDA

No necesitamos crear más necesidades. Necesitamos satisfacerlas

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En el transcurso del desarrollo de nuestra sociedad capitalista hemos terminado creyendo que ganar dinero pasa por crear nuevas necesidades. Podríamos afirmar esta creencia si nos fijamos en la historia. Pero, ¿es así en la actualidad?

Permítanme constatar lo siguiente, y no lo hago refiriéndome a ningún dato estadístico, sino al sentido común y a la observación: cada vez más personas recobran una vida feliz teniendo mucho menos cosas que en tiempos anteriores. Aprecian vivir una vida sencilla y tranquila. Cómoda, sí, pero sencilla. La gente de nuestras sociedades en occidente está preocupada por el medio ambiente, el suministro del agua, la contaminación, las montañas de basura, etc. De modo que desean renunciar a las cosas que no son necesarias. Pero también es la vida estresante, la mentalidad del “más y más” de los últimos 50 años, lo que ha despertado la necesidad de tranquilidad, de paz mental, de simplicidad, o simplemente de “tener menos cosas”. 

¿Cómo entonces hacemos negocio en la actualidad, si no es creando más y más necesidades?

Mi afirmación aquí es que, siendo conscientes de las luchas, los temores y las necesidades de la gente podemos ver muy claro el negocio potencial. Se necesitan urgentemente servicios profesionales de verdad, sea cual sea el sector. Sólo hay que echar un vistazo y ver cuántas necesidades y servicios no están siendo satisfechos. Es más, hay muchos reclamos de buenos profesionales, ya sean educadores, profesores, informáticos, constructores, técnicos, o lo que sea. El negocio más grande y garantizado es el que satisface a las personas y las hace felices, sentirse bien, tranquilas y seguras. 

Este artículo también pretende ser un reclamo. Lo escribo para expresar mi deseo personal de encontrar productos de buena calidad y sostenibles: ropa, muebles, productos de limpieza, etc. Y de encontrar profesionales que hagan un buen trabajo y ayuden de verdad. No busco personas que quieran venderme cosas, y no quiero comprarlas o contratarlas si no me ofrecen un trabajo bien hecho que me ayuda a hacer mis cosas tranquilamente, permitiéndome sentir esa maravillosa sensación de que hay alguien haciendo un gran trabajo por mí, facilitándome la vida. Y el trabajo, mi trabajo, que siempre haré con la mejor intención de ayudar y cuidar a las personas.

¿Tan difícil es de entender?

En realidad – todo hay que decirlo – cada vez conozco a más personas que afirmarían lo que digo aquí, personas que tienen esta misma filosofía y, lo que es lo más importante, se comportan acorde a ello: ‘Con mi trabajo que ofrezco a otras personas, siempre daré lo mejor de mí, con mi mejor intención’. 

A veces – y reconozco que me cuesta entenderlo – me pregunto qué pasa por la cabeza de las personas que se comportan de forma contraria a esto. Es decir, desgraciadamente hay quienes hacen un trabajo con el mínimo o ningún control de calidad, pero cobrando una considerable cantidad de dinero por un trabajo mal hecho. 

¿Qué pasa con esta actitud ante el trabajo? ¿Es pereza? ¿Dejadez?

No creo. En realidad, estoy segura de que algunos realmente se esfuerzan y trabajan incluso muchas horas, pero sin ofrecer un producto o servicio de buena calidad. ¿Por qué razón? 

Mi teoría es que muchos no son conscientes de todo el panorama. Algunos piensan que tener éxito es ganar mucho dinero, sin importar demasiado cómo se siente el cliente. No obstante, el objetivo de cualquier servicio o producto no debería ser ganar dinero, sino satisfacer necesidades, cumpliendo una misión. 

Y en último termino es así cómo se gana dinero, y se obtiene el reconocimiento deseado. 

 

 

 

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