(Del que somos coautores, con derechos, pero también con deberes)
No es El Rayas, ni la enciclopedia Álvarez;
es el mejor de los libros
que no está en librería alguna,
pues pertenece a la colección que se denomina Europa
y siempre estuvo en la estantería más privilegiada del mundo,
es el manual grandioso y valioso
que no se compra ni vende, pero, está al alcance de todos
los que lo valoramos como se merece,
porque se imprimió e imprime en los corazones
de todos los que somos o se sienten con orgullo españoles.
Nuestro libro hoy está abierto por las páginas más tristes y luctuosas,
al leerlas y vivirlas nos hace llorar
porque comprobamos, que le faltan miles de hermosas palabras
y, solamente logra reconocer, nuestra ya cansada y llorosa vista,
las palabras de dolor, pesar que compunge nuestros corazones
porque ese terrible monstruo, el coronavirus, borró y eliminó
muchos, millares de doradas y nobles letras,
piezas tan necesarias para conformar las palabras que la sociedad tanto necesita para seguir íntegra;
pero los que quedemos, como sabemos escribir,
y gozamos del mejor de los tinteros, un sensible corazón,
haremos, con la péñola de la ilusión y la esperanza
que esos renglones nunca desaparezcan pues “lo escrito, escrito está”
y ningún terrible enemigo los puede eliminar.
Reconstruiremos el manual,
repararemos el daño sufrido en el libro de los libros;
eso sí, despacio, con esfuerzo y trabajo
para que vuelva a estar íntegro,
pero nos encargaremos de colocarlo en el estante que merece,
pues solamente se abre con las manos de la salud
y no hay Fiesta del Libro si no somos educados en hacer la lectura
de cooperación, solidaridad y no siendo egoístas,
con este insolidario actuar destrozaríamos la obra,
y tal grandiosa y valiosa enciclopedia contiene siglos de historia,
ya que fue impresa por diferentes civilizaciones,
quienes con su aporte hacen más voluminosa la que no es de papiro
pero es el más valioso de todos los libros;
manual que tiene que seguir a más
y, aunque sufra una mancha o intento de rotura,
con el sudor de nuestro personal y colectivo esfuerzo la repararemos.
Cuando los que nos sigan en su lectura repasen estas penosas páginas
comprobarán que ellos las superarán con entereza
y se sentirán orgullosos de ser depositarios de la obra
que no tiene epílogo y siempre hay páginas y páginas por rellenar,
no hay limitaciones en este manual que nunca se cierra
mientras brille el sol del espíritu de solidaria y activa laboriosidad.
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