Oliva Soto y Antonio Nazaré se reivindican en la Maestranza

Oliva Soto y Antonio Nazaré han cortado una oreja en la tradicional corrida conmemorativa de la festividad de la Virgen de los Reyes, adelantada a esta noche de viernes 14, tras demostrar valor, ganas y ambición durante la lidia de serios, cuajados y complicados toros de Martín Lorca. Por su parte, Pepe Moral no ha podido conseguir su objetivo pese a mostrarse muy dispuesto con el peor lote en suerte. Además, pinchó a sus dos toros.


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TOROS: Se han lidiado toros de Martín Lorca, de desigual presentación, hechos, serios, complicados y de interesante juego.

ESPADAS: -Oliva Soto, de nazareno y oro, vuelta al ruedo y oreja.

-Antonio Nazaré, de corinto y oro, ovación y oreja.

-Pepe Moral, de celeste y oro, slencio y silencio.

CUADRILLAS: Javier Andana saludó tras banderillear el primero; Juan Carlos de Alba lo hizo tras parear al cuarto; y Joselito Ballesteros y ‘Tomate de Jerez’ saludaron en el quinto.

INCIDENCIAS: Media plaza.

Manuel Viera.-

Cabía no esperar demasiado del ilusionante cambio, de día y de hora, dada las elevadas temperaturas que nos regala Sevilla por este ecuador de agosto. La plaza fue un infierno insoportable pese a estar metido cuasi en la media noche. No obstante, le gente acudió en su justa medida: media plaza cubierta de seguidores de la joven terna sevillana y cuatro ‘guiris’ curioseando nuestra Fiesta. Y fue mucho, ya que la noche se daba a otros menesteres más refrescantes y no a ‘cocerse’ en el horno maestrante. Y si arriba la calor achuchaba, abajo en el ruedo la disposición de tres jóvenes ayunos de contratos que se la jugaban a cara de perro le daban aún más calor al ambiente.

Está claro que los que toreaban no podían dejar pasar tan soñada oportunidad. Y bien que la aprovecharon pese a lidiar una corrida de serios y complicados toros con el interesante juego de la dificultad.

Solvencia, torería, y valor hasta ahora desconocido en la actitud y las formas de Oliva Soto, que con un esfuerzo sobrehumano y dejando al lado el virtuosismo añorante de su toreo supo exprimir las complicadas y peligrosas embestidas del cuarto toro de Martín Lorca hasta conseguir poderle y hacerle pasar a derechas con soberbios muletazos. La faena fue una síntesis de una cualidad oculta en sus formas: la valentía. Y con ella se mostró durante un interesante trasteo en los que los finos pitones de la bestia le acariciaban los muslos. Dispuesto a jugarse la vida para alcanzar el triunfo, el toreo de Oliva Soto fue en sí mismo todo un manifiesto de valor, ganas y ambición.

Expresividad y elegancia en su lento toreo de capa, y la muestra de un reducido, aunque exquisito, catálogo de detalles en la faena al primero, otro toro de violentas embestidas, sin humillar, y al que le pudo conseguir, muy al final, su mejor toreo con enormes pases de pecho y el adorno de la trinchera y el pase por bajo. El progresivo y depurado trasteo tuvo todos los ingredientes no sólo para convertirlo en lo mejor visto en la noche, sino que reactivó en los tendidos el placer de la emoción. Con dos contundentes estocadas firmó lo hecho en ambos toros. La vuelta tras finiquitar al primero y la oreja conseguida en el cuarto le han de asegurar un puesto fijo en el próximo abril.

Lo cierto es que la faena al complicado quinto toro de Martín Lorca fue de notable ejecución. Y comenzada en el momento en que la decisión de Antonio Nazaré estaba sin señales de cansancio. La mano baja y el trazo ceñido fue siempre pertinente, pero más interesante aún fue todavía la pureza de un trasteo que alcanzó su cénit en el interesante final de un toreo de quietud y obligado parón, donde una poderosa muleta sometió las tarascadas de unas embestidas sin humillar hasta conseguir, con excelente pulso, muestras de unas formas adobadas con talento y sensibilidad. La faena nos puso sobre la pista de un torero en acelerado proceso de formación. Un torero capaz de maniobrar para hacer cosas suficientes como para demostrar que está en el camino. Con una enorme brecha en la frente, consecuencia de la violencia con la que topaba el complicado toro en todo lo que se le ponía por delante, dejó en lo alto el espadazo que le certificó la oreja. Al segundo, de escasa fuerza y al que le costaba humillar, lo toreó con suavidad en el inicio de faena para acompasar la embestida con templados pases zurdos en una faena sin continuidad, pero con la demostración del clasicismo de sus formas y el valor en las cercanías. El fallo a espada le hizo perder un seguro trofeo.

Lo poco que ha podido hacer esta noche Pepe Moral ha tenido verdad y unas enormes ganas de conseguir su objetivo. Es lógico. Se jugó la vida en el ruedo intentando conseguir su primera hazaña a una incipiente e incierta carrera. La ambición de Moral ha sido insaciable, aunque no pudo, o no supo, transmitir emociones a los tendidos convenciendo. Aunque su toreo puede llegar a la gente de manera inmediata y contundente, esta noche le ha faltado la emoción del toro. El tercero, noble aunque de sosa embestida, no le dejó mostrar sus formas salvo el lógico arrimón a la desesperada. Y para colmo pinchó. Con el también complicado y rajado sexto se quedó quieto, muy asentado, le bajó la mano y le ligó sin inmutarse una interesante muestra de muletazos zurdos. Cuando la conexión con los tendidos llegaba el toro dijo no embestir más. Aguantó parones, y aunque la espada se le atravesó, Moral dejó, otra vez, su sello de valor y verdad. Mucha verdad.

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