Operación Crucero, por A. Tomás


 

Como todo el mundo sabe a estas alturas, el expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, el mismo que defendía que “sólo se puede salir de la crisis trabajando más y ganando menos”, ha sido detenido este lunes en Madrid por supuestos delitos de alzamiento de bienes, insolvencia punible y blanqueo de capitales.

En la operación, denominada “Crucero”, se han practicado ocho registros y se han detenido por el momento a otras ocho personas, entre ellas Ángel Cabo, actual dueño de Nueva Rumasa y Marsans – vendido a Posibulitum Business para ocultar presuntamente patrimonio – e Iván Losada Castell, consejero delegado de Nueva Rumasa. La Policía ha encontrado un kilo de oro y 150.000 euros en metálico en la casa de Díaz Ferrán, 400.000 euros en el domicilio del empresario valenciano, Ángel de Cabo y más de un millón de euros, también en metálico, en el domicilio de otra de las detenidas, Susana Mora, que ejercía como secretaria. A parte de lo incautado, se han descubierto inmuebles en diversos países, intervenido coches de alta gama y se están investigando cuentas en paraísos fiscales como Liechtenstein, Suiza, Irlanda, Chipre, Panamá y Colombia procedentes presumiblemente del vaciamiento patrimonial de empresas como Marsans y Air Comet.

Díaz Ferrán está involucrado en multitud de causas judiciales por la quiebra del Gupo Marsans (Teinver, Viajes Marsans, Tiempo Libre, Viajes Crisol y Rural Tours), por la concesión de un crédito de 26 millones de euros de Caja Madrid y por un débito de 45 millones de euros que tiene que pagar a AC Hoteles, Meliá, Pullmantur y el Grupo Orizonia, a raíz de cuya querella e investigaciones ha venido esta detención.  De sus fechorías pueden dar testimonio los 4.000 ex trabajadores del Grupo Marsans, los 16.719 acreedores de sus 373 millones de pasivo y los cientos de perjudicados en los vuelos fallidos de Air Comet. El ocultamiento de bienes para no pagar los más de mil millones de euros que debe a pesar del embargo ordenado, el alzamiento de bienes y el blanqueo de capitales a través de diversas empresas e inversores rusos, son sólo algunos de los presuntos delitos que se le achacan a este señor, paladín del empresariado español y ejemplo de la derecha, que decía que ” los ERE no deben necesitar la autorización previa de la Administración” – medida por cierto finalmente instaurada por el Gobierno en su última reforma laboral.

Ferrán, de representante de la patronal, ha pasado a ser un ejemplo más de esos otros insignes y caraduras empresarios pillados con “las manos en la masa” y cómplices de la dilapidación de la economía española. A la memoria me viene tantos vergonzosos casos del ayer y del hoy, como es el caso de Nueva Rumasa y la familia Ruíz Mateos, cuyos tentáculos se conectan con Ferrán y el resto de imputados; el famoso caso Malaya con Juan Antonio Roca a la cabeza o el caso Tabacalera que absolvió por prescripción de delito a César Alierta, Presidente Ejecutivo de Telefónica – el mismo por cierto que contrató como consejero al yerno del Rey Iñaqui Urdangarín, que cobraba 1,4 millones de euros anuales por “la cara” y que finalmente sería imputado en el caso Instituto Nóos, por desvío de millones de euros en fondos públicos y privados gestionados desde dicho Instituto. Junto a estos “ejemplares empresarios” podemos añadir toda una horda de políticos y banqueros corruptos y estafadores que también pueden alardear de presuntas actuaciones delictivas e irregulares como los casos de Alfredo Sáenz, la trama de los Albertos o Bankia con Rato y los afectados por las preferentes – entre otros.

La crisis económica y moral que sufrimos aviva este tipo de fechorías y genera este tipo de personajes. Como se suele decir, la ocasión hizo al ladrón, y en nuestra piel de toro siguen existiendo ocasiones y demasiados Don Pablos; multitud de corruptos y ladrones que siguen campando bajo el paraguas de una crisis que mucho me temo terminará cuando ya no haya más que robar, como un fuego que ya no tiene más que quemar. Porque sí, porque aquí roban presuntamente desde miembros de la familia real hasta empresarios, pasando por políticos y banqueros. El latrocinio coquetea con la mafia, la política y las finanzas, y la corruptela se expande a todos los niveles, desde el local al nacional. Parece que ya no existen ejemplos a seguir y la honradez se ha transformado casi en un insulto propio de pobres. España hoy más que nunca es un país de pandereta, ladrones y sinvergüenzas; un país de rescates, recortes económicos y supresión de derechos sociales que ocultan un progresivo desmantelamiento de los servicios públicos, un malicioso ataque al bienestar social y la democracia en todas sus formas. Como convidados de piedra, somos testigos mudos de como todo se desmorona, desaparecen los valores, la balanza de gastos sube mientras los ingresos bajan y el desempleo se dispara sin remisión. Y mientras el Gobierno continúa construyendo castillos en el aire, inyectando dinero a los que nos echan de casa sin ningún escrúpulo y mirando para otro lado ante muchos de los que hasta ahora aplaudían y eran ejemplos a seguir. Esto es lo que hay y no hay más cera que la que arde.

En este país donde el delito en numerosas ocasiones sale “gratis” al poderoso, el principio in dubio, pro rico bulle en muchas de las conciencias. Es el final pronosticado, el estigma de nuestra vieja cultura, en la que nació el esperpento y se forjó la picaresca que nunca nos ha querido abandonar, en la que medran las conductas aberrantes que llenaron novelas ejemplares como El Lazarillo de Tormes, La Vida del Buscón o Rinconete y Cortadillo. Un país de cuentistas, vividores y amigos de lo ajeno, donde todo vale y el fin justifica los medios la mayor parte de las veces, donde se aplaude al gorrón y medrador, en vez de al honrado y trabajador.

Esta es la actualidad de España, la verdad que nos rodea, aunque no nos guste y no queramos verla. Como decía Miguel de Cervantes “la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.” Ya no hay pan para tanto chorizo y lo que más miedo me da es que todos nos insensibilicemos y tendamos a asimilar estos comportamientos como lógicos o normales, cuando no lo son. Por eso no me extraña nada que en la Memoria de la Fiscalía 2011, el Fiscal General del Estado llame la atención sobre la alarmante corruptela empresarial y política, y el aumento importante de los delitos de cohecho y tráfico de influencias que “envenenan” nuestra economía y se están convirtiendo en una lacra. Las causas judiciales, el desplome económico y las correrías de personajes como los citados, son ejemplos de lo que nunca se debería hacer y está sucediendo ante nuestras narices, con la disculpa de esta pegajosa crisis generada, que pagamos todos y que disfrutan unos pocos, al filo del delito y al calor del poder, sin que les importemos un bledo.

No nos queda otra que mantener los ojos y los oídos bien abiertos y luchar contra esta desvergüenza que no tiene parangón, denunciando todos los atropellos y latrocinios, sin miedo, sin encandilarse con el personaje, esperando que los “intocables” sean cada vez menos intocables. Esa es nuestra esperanza, esa es nuestra honestidad de trabajadores sin trabajo.

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