Poblado de Cucarrete


 

Como sabemos, hubo una época, relativamente reciente, la conocen personas que aún viven, en la que una gran parte de la población vivía en el campo. Y en unas condiciones de “comodidad”, según los parámetros actuales, nada atractivas.

En la sierra de Montecoche, junto al pantano de Charco Redondo, hubo un poblado, denominado Cucarrete. Parece que llegaron a vivir allí unas 300 personas. Había unas 50-60 viviendas con una escuela. Alrededor de 1968, el Ayuntamiento de Los Barrios promovió el traslado de los vecinos de Cucarrete al casco urbano, donde la municipalidad les podía asegurar los servicios mínimos. Este traslado se desarrolló a lo largo de varios años.

En Los Barrios, existe una Asociación formada por los antiguos habitantes de Cucarrete y sus descendientes. Esta asociación tuvo gran éxito en su constitución con unos 400 socios.

Según cuentan los antiguos habitantes de este poblado rural, los vecinos tendían a ayudarse en todo. En las matanzas de cochinos, con la elaboración del pan en los típicos hornos de piedra, a las personas enfermas le llevaban comida las vecinas, etc.

Se trabajaba mucho en labores de campo. También las mujeres en temas como mantenimiento del huerto, llevar el almuerzo a los operarios del campo, ayudar a la saca de cepas de brezo, transporte de bestias, matanza de cochinos etc. Se mataban 60 ó 70 cochinos todos los años. Una vecina lavaba la ropa a los guardias civiles. Allí había un destacamento.

En aquella época también existían zonas de cultivos agrícolas como trigo, cebada, garbanzos, habas, etc. Actualmente este tipo de aprovechamiento no existe en el Campo de Gibraltar, salvo en la zona de Tahivilla.

En general no había problema con el abastecimiento de comida, lo que si pasó en muchas ciudades después de la guerra. Incluso en algunos casos, reservaban para ellos los mejores cochinos y chivos de entre los que vendían. Se comía bien. La Guardia Civil sólo quería estar allí, comenta algún vecino.

En general, según se desprende de lo comentado por los vecinos, uno de los grandes valores era la familia. Esta relación, a otro nivel, se extendía a los vecinos. Parece que había buen ambiente, pocas discusiones y mucha solidaridad. De hecho todos guardan una gran recuerdo de su juventud, a pesar de vivirla en condiciones muy precarias. Decían: “se vivía muy a gusto y muy bien..

Lógicamente, había problemas. Uno que se comenta con frecuencia es algo actualmente inconcebible: El peligro en el paso de las gargantas y arroyos cuando iban cargados de agua en invierno. “Tirarse a la garganta con el burro cargado…” A veces tuvieron que pedir ayuda de la guardia civil. Lógicamente no existían los carriles actuales ni el transporte en coche. Todo el movimiento era por veredas.

Se daban clases a los niños en casitas. No cabían todos. En una visita del Señor obispo, el maestro organizó un coro con algunos niños. Entre canción y canción, hicieron la siguiente petición. “Al Señor Obispo le deseamos con todo nuestro corazón que nos haga una escuela, sería nuestra ilusión”. Y se hizo.

El ventorrillo era el punto de encuentro de toda la barriada. En la misma venta recalaban los mochileros (contrabandistas) y la guardia civil.

En las fiestas todo el mundo participaba. Venía mucha gente de fuera. Todos los días de fiesta había bailes.

Una característica común en los comentarios de los que vivieron en Cucarrete es que fueron años muy felices. Es curioso que este sentir sea tan general teniendo en cuenta las condiciones en las que se vivía en el campo en aquellos años: sin electricidad ni agua corriente, con cierto hacinamiento y en precarias condiciones de salubridad.

Recientemente se ha publicado el estudio científico más largo de la historia, algo más de 70 años de trabajo. Es un estudio sobre la FELICIDAD realizado por una de las universidades más prestigiosas del mundo: Harvard. Según las respuestas a algunas de sus encuestas, la felicidad la da la fama, el dinero, etc. La conclusión del estudio es que nada de esto. En gran parte la felicidad depende de una buena calidad de relaciones sociales, con la familia, los amigos y en general.

Quizás ahí esté el secreto de la felicidad de aquellas gentes del campo. Según cuentan ellos, tenían una gran relación en muchos aspectos. Las fiestas las vivían todos juntos, el pan lo hacia cada semana una familia en el horno de piedra y lo repartía entre todos. Si una madre se ponía enferma, las vecinas le hacia la comida, los niños entraban por las casas ajenas con sus amigos con toda confianza. El nivel de convivencia era muy alto. Hoy día quizás no conozcamos bien a nuestros vecinos más cercanos y nos cuesta hacernos idea de lo que era ese nivel de conviviencia.

En la revista Almoraima nº 60, se puede leer un artículo de características similares sobre las casas-cuevas en las que vivían algunas familias en aquella época. Se puede encontrar en este enlace. https://institutoecg.es/wp-content/uploads/2024/04/Casas-cuevas-Briones.pdf.

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