Política e Iniciativa Privada


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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación CGT

Dos elementos para comprender la situación en la que se encuentra este país y los de su entorno. Que quienes se dedican a esto de la política ponen velas a los santos emprendedores y financieros, para que nos saquen del profundo abismo donde nos hundimos, algo más cada día, es un hecho. Que quienes enarbolan la bandera de la iniciativa privada, son conscientes de que en estos momentos no existe, también es un hecho. Que depositar las esperanzas de que la riqueza creada por el empleo se redistribuya en el tejido social, es en vano. Que todos sabemos que, en el actual estado de cosas, sólo aquellos que aspiran a ganar dinero, y mucho por cierto, están dispuestos a poner euros, es una verdad.

Y si la clase política sólo se dedica a mirar al cielo de la iniciativa privada, para que invierta y cree puestos de trabajo; y sí la iniciativa privada mira al mercado para ver donde hay “un negocio” que hacer; y sí el mercado está muerto…. Entonces ¿para qué queremos una clase política que sólo mira al cielo? Algunos dirán que ya bastante hacen los políticos para arreglar las acequias, por donde debería fluir el caudal del capital, que bastante hacen para preparar los cuencos donde recoger el agua de la lluvia de empleos, cuando llueva… pero al fin y al cabo, ni el capital fluye, a pesar de “ponérselo a huevo”, ni el empleo en forma de lluvia cae del cielo.

Y es que para que los llamados “emprendedores”, emprendan algo, tienen que verlo muy, muy, pero que muy claro. Y ¿Cómo es posible verlo con la maraña de leyes, ordenanzas, obligaciones al fin y al cabo, que deben cumplir, para montar hasta “un carrillo de pipas”? Es más, surge la pregunta de cómo la clase política no se dota de tantas leyes y reglamentos para evitar que; quienes estafan, roban dineros públicos, viven sin dar un palo al agua de los bienes de todos; lleguen a dirigir los destinos de cualquier administración pública o incluso ocupar el sillón de la sala donde dicen reside la voluntad popular. Y además pretendan distraernos con tato nacionalismo o federalismo de moda.

Por unos; que tienen euros y esperan hacer el agosto, invirtiendo en “pelotazos”, o por otros; que así se va pasando tan ricamente la vida, cobrando legalmente del ente público correspondiente y algunos recogiendo sobres, olvidados por aquí o por allá; se nos pasa el arroz, a la sociedad en su conjunto y en muchos millones de hogares ni eso.

Es hora de que socialmente admitamos que no por sacar tanto al santo lloverá y nos dediquemos a ir orientando la siembra por nuestros medios, de forma que si lloviese, mejor que mejor, pero si no, que a nadie le falte el pan de cada día, que ¡con qué poco se conforma el prójimo! y a ser posible tampoco le falte a hijas, hijos, nietas o nietos.

A quienes desde el campo sindical tienen por objetivo llegar a controlar la producción, que empiecen por generarla. Ha pasado el tiempo de predicar y no dar trigo. Las escasas energías que el movimiento obrero (que existe de momento) deben dirigirse a la acción productiva y coordinación del consumo, generando iniciativas sociales, como antaño las colectividades, tanto agrarias como urbanas, para resolver el problema del pueblo, el único importante y decisivo: sobrevivir

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