Puerta grande para David Galván

El Puerto. Un cuarto de plaza. Novillos de Cebada Gago: nobles en líneas generales. Galván ratificó las buenas expectativas que ha levantado y confirma el buen ambiente que trae el torero de San Fernando. Fotos: A. Pecino


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La novillada de Cebada Gago dió un juego más que aceptable. Nobles en líneas generales hubo material para el buen toreo, a excepción del quinto, que fue complicado y desarrolló sentido a medida que avanzó la lidia. Importante Galván, que tuvo la cara y la cruz, pues su primer novillo fue pura nobleza a diferencia del segundo un desclasado y peligroso Cebada que recordó tiempos preteritos que acreditaron a esta ganadería dentro de las duras. Galván estuvo entonado toda la tarde y ha demostrado que es uno de los nuevos valores a tener en cuenta. Dos faenas diferentes. La primera de buen toreo, desplegando sus mejores armas, que están fundamentadas en una línea clásica. Galvan muleteó con largura adornando su faena con pases de la firma llenos de enjundia. Rubricó su faena con manoletinas ceñidas que pusieron la nota de emoción. Pero la épica llegó en el quinto que resultó el astado de más volumen. Serio y grande el de Cebada fue un “regalito” que tuvo en vilo al torero y a los aficionados que captaron rapidamente la importancia de todo lo que le hacía el chaval. Firme de plantas y con un valor sereno se dió un arrimón final de infarto para irse tras la espada recto como una vela. Cayó en sus manos la segunda oreja que le abrió de par en par la puerta grande del coso real.

El granadino Alejandro Enrique dejó destellos de buen gusto aunque no redondeó sus faenas. Ante primero de la tarde que fue un ejemplar noble y colaborador le estuvo discreto pues el novillo permitió el toreo de estética sobre todo en los remates finales. Lo cierto es que se llevó un lote soso y sin fondo. El cuarto no tuvo movilidad e impidió lucimiento alguno.

Vazquez Romero vino a por todas. Se fue a portagayola en sus dos toros con suerte al ser prendido en tres ocasiones. La primera cogida llegó al recibir de hinojos al tercero que se quedó parado al llegar al tercio donde le esperaba el novillero para dar la larga cambiada de rodillas. No tuvo consecuencias el precance au que fue espectacular. El astado de Cebada fue encastado aunque no llegó a entregarse. Romero estuvo firme pero la faena careció de continuidad.

El sexto fue un novillo extraordinario por su casta y calidad. Debería de haber lucido más las buenas cualidades del astado pero Vázquez estuvo encimista. El de Cebada se venía galopando, tenía motor y además fue noble. El burraco que lucia la estampa de la sangre que lleva de Torrestrella desarrolló una bravura para haberle cortado los máximos trofeos. Fue prendido al entrar a matar de nuevo con la suerte de salir ileso. Vazquez anduvo sin argumentos ya que el astado requería otro tipo de planteamiento.

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