Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)
Título que utilizó Juan José Téllez, allá por el 1979, para un texto que se reeditó junto a otros de varios autores en el libro 1973 83 Crónica de un Sueño. Memoria de la transición democrática en Cádiz. Ya que llevamos varias décadas en esto que viene denominándose democracia, podría hacerse un balance de lo hasta ahora recorrido. Nos han prometido los políticos, sobre todo de los dos grandes partidos, en todos estos años, casi todo, nos han asegurado la mejora, el desarrollo, el cambio, un nuevo futuro y … ¡estamos donde estamos!. A la nueva generación que cuenta con ventipocos años, ni ilusión le estamos dejando de poder vivir, al menos como la anterior ha podido hacerlo. Podría preguntarse si ese venturoso sueño no se ha transformado en pesadilla.
Ahora, que aparece una nueva fuerza política, muy diferente a estos dos grandes colosos nacionales, se comienza a apreciar un cierto nerviosismo entre los dirigentes tradicionales. Y no dudan en advertir a las gentes que no se dejen engatusar por los cantos de sirena de la nueva fuerza política. Lo más llamativo de estos llamamientos es que se hacen sin hacer memoria de lo que han venido prometiendo y no han cumplido. Parecen estar investidos de un pasado “ejemplar”, y persisten en sus llamamientos descalificadores, pensando que gozan aún de cierto predicamento entre el electorado. Los sondeos sobre la intencionalidad del voto, los barómetros electorales, vienen, insistiendo machaconamente, en confirmar la tendencia al descrédito tanto del PSOE como del PP. Por un lado se creen los dirigentes de estos partidos una parte del mensaje y eso les hace insistir cada vez más en vilipendiar, desprestigiar, zaherir a la joven fuerza política, sin que adviertan, o al menos no manifiestan darse cuenta, de que la ciudadanía opta por algo nuevo porque está cansada de optar por ellos.
Juan José Téllez en 1979, unos meses después de la firma de los Pactos de la Mocloa, escribió aquello de “Quita un cacique, pon un Alcalde” donde reflejaba el enorme entusiasmo, hoy finiquitado, de un pueblo que aspiraba a ser participe de su futuro. Han pasado más de trés décadas, casi para cuatro, y el pueblo se debe plantear en las próximas elecciones casi lo mismo. Los partidos políticos tradicionales se han convertido en los amos y señores de las vidas y haciendas de la ciudadanía y los amos siempre, en la historia de España, han necesitado de los caciques de turno para mejor “gobernar” a los administrados, a los gobernados, a la plebe (romana). Hora va siendo que este pueblo quite caciques y ponga alcaldes verdaderamente democráticos.
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