Rota y el esperpento nacional: «Americanos, os recibimos con alegría»

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Juan Luis González Pérez | bits rojiverdes.org

Podría pensarse que las imágenes de una de las obras maestras del cine español, la de aquel pueblo desfilando dando las gracias cantando al pueblo americano por unas pocas migajas del plan Marshall que nunca llegaron a disfrutar, eran solo de una vieja película. Alguno incluso diría que eran el reflejo de épocas pasadas y oscuras de los años de la predemocracia patria. Pero, como suele suceder, la realidad supera a la ficción. Basta ver el tratamiento político y mediático que ha recibido la llegada del primer destructor del escudo anti misiles norteamericano a la base aeronaval de Rota, uno no puede dejar de pensar en la feroz crítica de Berlanga a una sociedad entregada al rico extranjero que venía a arreglarnos nuestros problemas endémicos.

Otra imagen que se me viene a la mente es la de esos niños hambrientos de países en conflicto colonial deseosos de coger una chocolatina o un chicle de la mano del mismo soldado yankee que mañana le bombardeará con un drone de última generación. Nuestros responsables públicos y nuestros periodistas se asemejan a esos infantes pedigüeños cuando se dedican a ensalzar hasta lo indecible la ampliación de la base de Rota con el único argumento de que creará algunos puestos de trabajo en una zona castigada por el desempleo.

Salvo honrosas excepciones, ambos colectivos —políticos y periodistas— tratan de convertir con los medios a su alcance en opinión pública su propia visión unidimensional de la realidad. A todos parece que les ha sobrevenido simultáneamente un ataque de amnesia contagiosa, quizá se les ha estropeado el acceso a internet o a las hemerotecas. A lo mejor, si viviéramos en Suiza, podría ser comprensible, allí hay tantas elecciones que igual es fácil perder la cuenta de qué se decide. Y es que, en la historia democrática de nuestro país, los referéndums han sido una cosa bien extraña como para olvidarnos tan alegremente de lo que decidió la voluntad popular en el único de ellos donde se pulsó la opinión de la población.

Personalmente era muy joven cuando se produjo aquella anomalía en nuestro sistema democrático, realmente fue la primera intervención política de toda mi vida. Una gran mayoría del pueblo español estaba en contra de nuestra permanencia en la OTAN. Sólo la traición del PSOE, el uso fraudulento de los medios públicos, la política del miedo y un condicionado que rebajaba la pertenencia a esta banda armada y la sumisión a Estados Unidos, consiguió hacer virar la balanza desde el OTAN NO sociológico mayoritario hacia el Sí, PERO que significaba apoyar la enrevesada formulación de la pregunta.

Recordemos las condiciones con las que se aprobó aquella funesta integración en 1986:

La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.

Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.

Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.

Obviamente, la tercera condición es la que nos interesa en este momento. El significado de reducción progresiva no admite ninguna duda. La presencia norteamericana en el estado español debe disminuir hasta desaparecer del todo. Sin embargo, la Base de Rota no cesa de crecer y la presencia militar de EEUU, también, contraviniendo así la voluntad soberana inequívoca del pueblo español expresada en una votación con marchamo democrático según los estándares occidentales, aunque en realidad fuera un auténtico pucherazo.

¿Es posible que a ninguno de nuestros gobernantes le duela una vulneración tan flagrante de la legalidad democrática? ¿es posible tanta mediocridad periodística? ¿justifican unos pocos puestos de trabajo la instalación de más infraestructura bélica que seguramente acabará asesinando impunemente a centenares o miles de personas? Obviamente no. El escudo antimisiles es una herramienta puramente ofensiva, inaugura una nueva y peligrosa etapa de la guerra fría, compromete la paz mundial, pone en peligro a la Bahía de Cádiz, nos convierte en objetivo militar de primer orden de Rusia, está provocando una carrera armamentística sin parangón… y todo ello para supuestamente defendernos de ataques de misiles de Irán o Corea del Norte, un argumento tan pobre como falso, desmontado inequívocamente hace años.

Siento vergüenza de este país, siento vergüenza de los partidos mayoritarios que nos gobiernan y nos han gobernado, me asquean la mayoría de los medios de comunicación «libres» que tratan de manipular conciencias en vez de informar… son como las fuerzas vivas de aquel pueblo de Berlanga que salían en desfile a jalear a Mr. Marshall. La diferencia con aquel esperpento es que hoy no hace falta retratarse tanto, no son necesarios los pasacalles, para eso tienen los púlpitos mediáticos, los gabinetes de prensa, los olvidos deliberados o la condena al ostracismo de cualquier voz discrepante.

No me resisto a colocar la canción más famosa de Bienvenido, Mr. Marshall. Dedicada a todos los lamebotas de la soldadesca imperial:

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