MONTE DE LA TORRE

A Miguel Hernández, abanderado social


 

Es  Orihuela   la almaciga  de  las libertades

donde  nació  el mejor delantero  de justicia social,  Miguel Hernández.

Esforzado  por conseguir  no la victoria  de  un  bando o  equipo

pero si  la  de   todo el mundo,

levantando  alborozo   en  el graderío  social

donde , repitiendo  su nombre,  enarbolan  la bandera  de  la libertad

mientras él  continua  metiendo  gol  reivindicativo 

en las porterías  defendidas  por   cancerberos   

que   a cal y canto    quieren impedir   que  avancen  los derechos

humanos.

 

Grita  el gentío  y  él,

nuestro  Miguel Hernández,  de  aquella  sociedad y la  de siempre  será 

adalid;

quiere   despertar    a un pueblo dormido  en    sueño  que es dura

pesadilla

Miguel Hernández,  tu palabra  y  voz   escrita  en el pueblo   para

siempre queda

para  que   el medio ambiente esté limpio,

puro y descontaminado   del proceloso   omnímodo poder

y sobre todo  que  el  que  lleva  la camiseta  del proletariado,

el dorsal   que   es ser  obrero,

ese que  la suda   en campos  que  muchas  veces  no son de  hierba

o  de  bellos trigos   que  dan  su  espiga  al mundo

y si  suelos  áridos  y pedregosos  , donde  el desvalido  hinca  sus

rodillas;

lugares   que   son tumba  de  los  más  nobles  derechos.

Los  “Vientos  del Pueblo”   son los ideales

para     arrastrar   y alejar   la   procelosa  contaminación,

ese aire  que sale   de las bocas  que tienen  hambre   de  justicia.

 

Miguel  Hernández, siempre aparecerán  nubes,

pero no de  las que traen el  maná de la lluvia,

son nubarrones   que descargan  tormentas  y rayos

pero,    gracias  a  tu presencia   por y para  nosotros saldrá  el sol  de  la

igualdad,

el  que brilla  para  todos    y   nos  hace  abrir  los ojos

para  ver   que  con personas  como tú  siempre  habrá   amanecer   de

justicia.   

 

Ni  la  cebolla  al cortarla

provoca  en nuestros  ojos  que  salten las lágrimas;

ya  no nos  quedan

porque  están  vacíos   los  que tanto  lloraron

al  ser sabedores  de  que  el abanderado  de  la  justicia  social

ha caído , pero  quedan  muy  vivas  sus obras

que  son  una  fuente  limpia  y  clara

donde todos  hemos  de  beber

para  saber   lo  que vale  la digna libertad.

 

El niño yuntero  ya  no tiene  hambre

porque  por su sangre

corre  la  rebeldía 

a  cualquier manifestación  de  la tiranía

y  no  quiere  migajas 

de  un pan  amasado  con  las  penas  más  amargas.

Se  ha hecho hombre

y  le ha servido  de  mucho  ser  pobre,

pues, gracias  a  eso,

sabe  valorar  lo  que  tiene  dentro,

coraje  y dignidad 

para  con fuerza  gritar:

“Nadie  nos quite  lo  que  es de todos,

la libertad, sin ella  me  vuelvo  loco

en la  prisión  que   me  construyen

los  que   no  saben respetar  los  que huyen

y escapan  con  los derechos  de  la humanidad.  

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Opinión Pepe Pol

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