NOVENA PROVINCIA

El colmo del disparate


 

Tenemos espadas afiladas y pieles muy finas. Se usa un sable justiciero cuando se trata de atacar posiciones contrarias, pero se sienten heridos apenas algo no concuerde con su ideal, sea de palabra o de obra. Y ahí chocamos con lo que entendemos por libertad de expresión, que es un derecho básico, pero al que por otro lado se quiere limitar según nos convenga. Te pueden condenar por hacer un chiste sobre Carrero Blanco, pero luego te llaman de todo. Se alega grosería, cutrerío o mal gusto. Pero ¿Qué es el mal gusto? ¿Lo que no me gusta a mí?

Decir tonterías, disparates, incongruencias, sandeces y ofensas con una sonrisa es una especie de facultad que se entrena, porque alguien que es realmente imbécil, simplón o ignorante no tiene la capacidad de soltar una estupidez en el momento exacto en que conviene a ciertos intereses, que es cuando se necesita hacer ruido. Por eso, armar discursos insensatos o necios forma parte de un sistema perfectamente calculado para lograr determinados propósitos.

Hay cerebros superinteligentes, muy pocos, pero es falso que haya cerebros escogidos, personajes superiores y entidades que nos sobrevuelan. Todo eso forma parte de una idea confusa que siempre ha funcionado cuando el ser humano está en situaciones muy difíciles, que es casi siempre porque la vida es muy complicada. En realidad, permitir que esas creencias alucinantes tengan tanto seguimiento forma parte del despiste del mago. El mejor truco del diablo es convencernos de que no existe, aquí es al revés, se mira para otro lado para que se extienda la creencia en todo ese universo de cómic apocalíptico y se pueda actuar con la realidad tangible sin que nos demos cuenta. No hay conjuras ocultas con rituales bizantinos o medievales, pero sí que hay truco, y el mayor elemento de distracción de la realidad es el gran entramado de medios de comunicación que finalmente nadie controla porque a estas alturas el mecanismo funciona por inercia, y no hay una persona, una corporación o un comisionado que sea capaz de pararlo o siquiera hacerlo cambiar de dirección.

Todas esas personas que pueblan el surtidor de supuestas noticias diarias y que se descuelgan con declaraciones imposibles, frases sin significado o mentiras muy obvias, son en realidad personas entrenadas en armar barullo, de manera que no sea posible hilvanar discurso coherente alguno que tenga sentido. ía. No hay conspiraciones, solo ineptitud.

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