Cortés: una estocada, una oreja

Tarde de escaso interés en el quinto festejo de Feria de Abril. Salvador Cortés le cortó la oreja al tercero, el toro menos deslucido de la descastada corrida de Palha, tras una faena de altibajos en la que se lució en tandas templadas, largas y de mano baja, finiquitada con una contundente estocada. Fundi toreó muy despacio con la capa al cuarto y estuvo muy técnico con la franela, mientras que Sergio Aguilar se fajó con firmeza con el complicado tercero y anduvo monótono con el descastado quinto


TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Palha, aceptables de presentación, serios, descastados y con peligro. Destacó el tercero, manejable y con recorrido.

ESPADAS:

-El Fundi, de rosa y oro, saludos y silencio.

-Sergio Aguilar, de berenjena y oro, silencio tras aviso y silencio.

-Salvador Cortés, de grana y oro, oreja y silencio.

CUADRILLAS: Se desmonteró Luis Mariscal tras banderillear al tercero.

INCIDENCIAS: Dos tercios de plaza. El Fundi resultó herido durante el transcurso de la lidia del primer toro al rematar en el burladero, pasando a la enfermería al finalizar el festejo con el siguiente parte facultativo: “Herida incisa en la comisura labial, parte izquierda del rostro para la que se ha precisado tres puntos de sutura. Pronóstico leve”.

Manuel Viera.-

Lejos de toda banalidad, cercano al sentimiento profundo, Salvador Cortés, tras torear con gusto y empaque con la capa, fue construyendo su faena al tercer toro de Palha, un complicado animal que mejoró después sus embestidas por la derecha a mitad del trasteo, con el singular e impecable trazo del muletazo diestro. Apostó también por el toreo zurdo, pero lo hizo sin continuidad y con intermitencia Y así, entre la diestra y la siniestra, más con la diestra, conjugó un toreo de menos a más en el epílogo de una faena que resultó más ligada, entonada y rematada, y que supo rubricar a la perfección con la fuerza de su espada. Para él la única oreja concedida en la tarde, valorada más por la contundencia de una estocada que por el conjunto final de la obra.

Cortés, que demostró una vez más su toreo extraordinario de capa con el tercero, supo después transmitir, ora sí, ora no, su características formas de una tauromaquia de muleta a rastras, pases largos y templados y mano baja, toreo que, a veces, no es el más idóneo para toros de embestidas cansinas y desfondados, de

ahí los altibajos de una faena que pese a sus momentos de enorme calidad no llegó a romper. Con el soso y noblón sexto, se desilusionó el sevillano tras el buen inicio de faena en vanos intentos de redondear una tarde de toros mansos y descastados, complicados y peligrosos. Cortés obtuvo de las monótonas embestidas pases buenos y pases malos, demasiados, en un conjunto que no pasó de la considerable voluntad.

La faena al primero, un toro muy serio, manso y muy complicado, fue producto de la extrema madurez de El Fundi, Antes, el veterano torero de Fuenlabrada dejó su personal sello con una media con gusto tras los vibrantes lances de saludo. Los intentos de sacar faena a derecha toparon con unas embestidas sin humillar y con peligrosas miradas al torero, muletazos que rezumaron valor, técnica y sapiencia en la lidia. El toro terminó en tablas, y el torero con él de una fulminante media estocada. Sin embargo, lo mejor con el cuarto lo hizo con la capa. Fueron un ramillete de verónicas a compás, lentas y con gusto en el remate a una mano. Lo mejor y lo único, porque con la muleta

no se entendió el veterano torero. Pese a su perfecto oficio, Fundi no le cogió el son a las sosas embestidas del toro portugués, que terminó parado cuando el madrileño se echó la muleta a la izquierda. De una estocada casi entera lo mandó para el desolladero.

Sergio Aguilar salió andando de la plaza, y para él esto ya es un triunfo. Este otro madrileño se llevó el susto de la tarde tras quitar al primer toro de El Fundi por chicuelinas. Impresionante y espectacular cogida al levantarlo el ‘palha’ por el pecho y buscarlo con saña en la arena. Con la chaquetilla a jirones se levantó maltrecho aunque no herido. Y sin chaquetilla salió a lidiar al segundo, otro manso y peligroso toro con el que Aguilar se peleó con firmeza y valor. No hubo lucimiento, pero sí unas enormes ganas de ganar su particular batalla. Con la espada no acertó. Y al descastado quinto, demasiado parado y a la defensiva, le puso voluntad en el trazo de algún que otro muletazo zurdo. El toro se aculó en las tablas agotado y moribundo. Como pudo lo cazó de pinchazo hondo y descabello.

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