En una entrevista publicada en 2016 en el periódico ‘El País’, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman alertaba de que «las redes sociales son una trampa». Este intelectual, que es, quizás, una de las voces más lúcidas del pasado siglo XX y principios del XXI lanzaba esta advertencia porque consideraba que las redes sociales conllevaban que las personas que transitaban por las mismas «se encerraban en sus propias zonas de confort» y solo escuchaban el eco de su propia voz.
En una entrevista publicada en 2016 en el periódico ‘El País’, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman alertaba de que «las redes sociales son una trampa». Este intelectual, que es, quizás, una de las voces más lúcidas del pasado siglo XX y principios del XXI lanzaba esta advertencia porque consideraba que las redes sociales conllevaban que las personas que transitaban por las mismas «se encerraban en sus propias zonas de confort» y solo escuchaban el eco de su propia voz.
En todos los sentidos y ámbitos, porque solemos circunscribir su lado perverso al privado y personal –que lo tiene–, pero su impacto real en el ámbito común es cada día mayor y más evidente.
Desde hace unos meses, la crispación en el debate político español –y mundial– va a más. Seguramente la tan traída y llevada polarización tiene buena parte de culpa. Pero no toda.
Los políticos ya no hablan para atacar a los integrantes de las restantes formaciones políticas. Ni siquiera para defenderse de los mismos. Hablan (a veces ladran) con la mente puesta en las redes. Aspiran a que sus afirmaciones (y barbaridades) se conviertan en ‘tweets’ y en ‘re-tweets’ hasta hacerse virales y acaparar miles o millones de ‘Me gusta’ en la otra red social muy popular pero en decadencia.
Saben que a mayor salvajada, más eco. Cuanto más grueso sea el insulto y la falta de respeto, más ‘candela’ hay en la red y el político piensa que mayores seguidores.
Al menos eso es lo que creen, porque con suerte el tiempo les descubrirá que esa ciénaga en la que han convertido todo es la zona de confort de la que hablaba Bauman.
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