Galván recibió con mucho gusto a la verónica al primero de su lote, un ejemplar de Ernesto Gutiérrez justo de fuerza, al que el torero logró cuajar una faena de gran importancia. Con temple, calidad y una admirable gestión de las alturas, el gaditano firmó una obra de pura caricia. La estocada, al segundo intento, no fue impedimento para que el público solicitara los trofeos, consiguiendo una oreja con fuerte petición de la segunda.
El segundo de su lote exigió la versión más firme de David Galván. Un toro complicado, que apenas ofreció opciones, puso a prueba el valor y la entrega del diestro, quien no escatimó en esfuerzo.
David Galván deja, una vez más, su sello en tierras americanas, demostrando su gran momento.
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