NOVENA PROVINCIA

Dios está en la calle

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Hacía mucho tiempo que no se veía una procesión, un rosario o un traslado de imágenes. Casi dos años. Pero, desde luego, el recorrido que ha hecho el Gran Poder durante más de ocho horas por Sevilla no debería terminarse ahí. A Dios no se le da bien lo de andar por andar, ni se le da bien ostentar nada de nada. Dios está en cada ciudad, Dios está en la calle más por la labor transformadora y para ello cuenta con las personas de aquí abajo, donde la mies es mucha y los obreros, pocos.

La misión del Señor no es la de pasearse por el barrio más pobre de España, por mucho que lo voceen ciertos capillitas como si no se acordasen ya de Jesús con los pobres, con los pecadores, con los publicanos y con las prostitutas.

Eso es la mala memoria, o esos Evangelios tan bien encuadernados que no suelen abrirse, vete tú a saber.

La misión del Señor es la misión nuestra después de casi dos años en el purgatorio del confinamiento, después de ese trance terrible que ha enviado y sigue enviando todavía al cielo a tantas personas que no lo merecían en absoluto y por cuyas almas hemos seguido rezando porque los caminos del Señor, al margen de los itinerarios bien trazados para el paso, siguen siendo inescrutables. La procesión del Gran Poder es histórica, o sea, que ha pasado a la historia. Pero las procesiones continúan hoy, por dentro. Al otro lado de esas ventanas por las que días atrás se asomaba tanta esperanza, como esa fotografía que se tomó cuando el Gran Poder estaba justo enfrente de un bloque de cuatro pisos en esa barriada que les he comentado al principio. Una foto (Carlos García Lara, del Ayuntamiento de Sevilla) que ha dado la vuelta al mundo. El hombre que se encontraba en la ventana de la cuarta planta de ese piso llevaba una foto de su madre fallecida hace cuatro meses y era devota del Gran Poder.

Muchas veces perdemos de vista el significado de las hermandades. Estamos más centrados en los cambios de bandas, de capataces, estrenos y aforamientos y nos olvidamos de lo importante. Quien ha hecho esa foto ha captado perfectamente lo que el Gran Poder estaba buscando: evangelizar. Ahí, en la calle, el Gran Poder dejó de ser de su Hermandad para ser de todos los cristianos del mundo.

El Señor, poderoso en la fe de quienes la depositan en Él, no es el bienvenido Mr. Marshall paseando por el pueblo en esa preciosa película de Berlanga. El Señor sigue siendo, también hoy, Dios en la calle. En esta con tanta suerte y en otras que tienen menos.

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