Adivinos nucleares, por R. Fenoy

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La historia de los accidentes nucleares permite (primero registrado en Canadá 1952 y último y tristemente reciente Japón 2011), afirmar que aquellos que garantizaban la seguridad siempre se han equivocado. En épocas no muy remotas el oficio de adivino era uno de los más peligrosos que se conocían, de suerte que emperadores chinos y de otras latitudes contaban con un verdadero ejército de estos personajes que a fuerza de confeccionar buenos presagios se ganaban el favor del poderoso de turno. Pero, siempre hay un pero, cuando las cosas se torcían peligraba sus cabezas, bien porque acertando vaticinaran una catástrofe para su señor, cosa que a este nunca le gustaba, o bien porque adivinando una victoria segura esta no se producía. Sea por activa o por pasiva sus cabezas rodaban dejando el lugar a otro temerario agur que nunca era capaz de adivinar su propio destino.

Con los accidentes nucleares siempre hay organismos oficiales que tienen entre sus objetivos, garantizar seguridades, como por ejemplo Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en inglés, international atomic energy agency (IAEA), a nivel internacional o en España el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) cuya misión dice es proteger a los trabajadores, la población y el medio ambiente de los efectos nocivos de las radiaciones ionizantes, consiguiendo que las instalaciones nucleares y radiactivas sean operadas por los titulares de forma segura, y estableciendo las medidas de prevención y corrección frente a emergencias radiológicas, cualquiera que sea su origen. Es evidente que si se consiguiera que las instalaciones nucleares fuesen seguras no harían falta tantos organismos internacionales y nacionales para garantizar esa seguridad. Y es que a lo largo de los 60 años de historia de centrales nucleares y de accidentes aparejados por ellas, nada seguro se tiene, salvo que en cualquier momento puede haber una tragedia. Eso sí muy segura, y sobre todo sin que se pueda asegurar nada en absoluto de cuál será el rumbo de los acontecimientos una vez desencadenado el holocausto.

Muchos adivinos modernos portavoces de centrales nucleares, de asociaciones empresariales o gubernamentales, que promocionan la energía nuclear y que siempre la comparan con las otras energías no limpias, se atreven un día sí y el siguiente también a trasladar seguridad y confianza en esta insegura forma de energía, que además mata, a la ciudadanía, sin que ellos arriesguen absolutamente nada en esos vaticinios. Pudiera darse el caso de que, como antaño, los augures que yerren sean desprovistos de sus cabezas. Método muy expeditivo y que sin duda en nuestras sociedades civilizada solo sería de aplicación desde una perspectiva social, es decir condenados al ostracismo y separados del cuerpo social de por vida (una muerte social al uso). De esta forma podríamos saber quién es tan loco para poder vaticinar que la energía atómica es segura.

Mucho queda que plantear sobre esta nociva fuente energética cargada de destrucción e incertidumbre y sobre todo siempre alentada por aquellos que tienen mucho dinero que ganar vendiendo sus bondades a costa de la seguridad de todos y todas.

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