Julio C. Pacheco | Vecino de Los Barrios
El otro día me enteré de que yo no era de aquí. Pues sí, aunque tenga fijada mi residencia en Andalucía desde el año 2001 al final resulta que soy foráneo. Me han llamado en esta vida peores cosas, sinceramente. Los nacidos en Ceuta estamos demasiado acostumbrados a que algunos que llegaban allí intentaran darnos lecciones a los cinco minutos de empadronarse. Por eso mismo siempre he sido muy prudente a la hora de opinar sobre estos temas, pero está muy claro que si llevas ya no pocos años residiendo con tu familia en el mismo sitio, con tu única casa aquí, su hipoteca, su IVI y demás historias en el mismo pueblo, con intención de quedarte, su futuro y sus designios te conciernen. Por muy foráneo que se te considere, que es el único argumento que es capaz de esgrimir alguno, para intentar quitarte la razón a la hora de hablar de las cosas que ves que pasan a diario en este pueblo.
Recuerdo cómo desde que mi mujer y yo recorríamos media península, acudiendo a ofertas de trabajo u opositando para la Administración, nos gustaba mucho cuando veníamos a pasar unos días con su familia aquí en Los Barrios. Pero bueno no nos vamos a remontar al paleolítico. Era cuando había que atravesar por mitad del pueblo si ibas por la antigua carretera de la ruta del toro, con su obligada parada en alguna Venta para comer, y si la cosa andaba cortita, pues una tapita con su bebida correspondiente. Un pueblo tranquilo que crecía con el encanto que habían perdido otros muy similares más esclavizados por el turismo costero.
Luego por cosas del azar en mi vida se cruzó la oportunidad de pedir traslado a esta zona, y la verdad Granada es muy bonita pero venirme a la provincia de Cádiz era como volver a casa. Para no variar me compré una moto, la otra la había achicharrado buscando vivencias por las Alpujarras. En esta ocasión una Vespa de segunda mano y a corretear la zona. Palmones, Guadacorte, los Cortijillos. Haciendo parada en sus bares familiares, kioskos, alguna peña, la romeria, locales sociales con sus siempre presentes jugadores de dominó donde se aprende mucho escuchando. Recuerdo que unas Navidades terminé en un local donde cada familia llevaba dulces hechos en sus casas después de la misa, algo bastante extraño para un ateo confeso como yo.
Fue después de que empezara la crisis, después de que Jorge Romero saliera elegido alcalde del municipio, del despido masivo de trabajadores municipales, cuando empecé interesarme por lo que había detrás del frontispicio barreño. Yo que de apolítico no tengo nada, aunque no me verán en ninguna lista ni puesto de confianza ni los posibles derivados de poder de ningún partido; cuando empecé a interesarme por escuchar alguna que otra emisora local y leer algún diario digital. Soy mucho de algo que le escuché a Joaquín Leguina sobre el ‘ex ante’, lo único que consiste es en averiguar qué era el opinante antes de entrar en política o de matrimoniarse con sus poderosas influencias. El resto les puedo asegurar que se repite, cambiando los personajes, en cualquier lugar donde te encuentres. Intereses personales y manejo de la cosa pública por unos pocos, algo repetitivo que unido a la explosión nacional de corruptelas ha conseguido que la ciudadanía sea totalmente renuente al tema, o la aparición de partidos populistas como Podemos.
Fue la llegada del Partido Andalucista al gobierno local con su famoso, enfático y fenecido adverbio: ¡Ya! Éste que prometía y que recibió el apoyo de una gran parte de la población hastiada del PSOE, faltándole poco para la mayoría. En el puente de mando un capitán que sólo había apreciado la punta de un iceberg de deudas, nóminas atrasadas y que en ese momento tuvo pleno acceso para poder hacer balance de la situación real. En poco tiempo se vio el pueblo con sus servicios colapsados, un gran número de personal municipal despedido en pie de guerra y una dramática falta de liquidez, carente de vías de relación con otras instituciones. El resto, un mermado PSOE en búsqueda de liderazgo, dos representantes del PIBA 2000, del conocido ex regidor Miguel Domínguez y un crecido PP con un joven David Gil a la cabeza. Nada que cualquier barreño no conozca ya.
Con la presentación de candidatos para alcaldables en las próximas elecciones locales, con la única novedad de la elección en primarias del líder del PSOE, Salvador Puerto, comienza así otra vez la pugna por regir los designios municipales. Un Jorge Romero que se enfrenta al refrendo de su gestión. Un David Gil que llegó con la cresta de la ola del Partido Popular, variando ahora mucho la situación política nacional aunque sean éstas unas elecciones locales. Lo cierto es que con el pacto de gobierno PA-PP, con posterioridad a las actuaciones en materia del personal del señor Romero, se desbloqueó la insostenible situación de Los Barrios. Poder aportar un plan de pago a proveedores. La apertura de relaciones con la Diputación Provincial, y que conste que yo soy el primero que digo que el dinero que allí se maneja es el aquí también se recauda y no hay que ir a pedir sino hacer nuestras propuestas y solicitudes con los deberes bien hechos. En ese sentido, David Gil ha sabido aportar a esta Corporación un buen equipo técnico con el que se han llevado acabo propuestas que no es que empiecen a vislumbrarse sino que se están materializando sus resultados, a pesar de la crisis. Y por último, algunos más en liza como el PIBA 2000 y de partidos como el UPyD, con propuestas menos radicales que Podemos, aunque estos últimos se reserven para la noche de bodas de las Elecciones Generales.
Pero bueno, ahora llegará la guerra política y cada uno hará lo que le dé la gana. Unos se quedarán en su casa, otros votarán a las siglas y otros a las personas.
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