Calambres musculares, por M. Ríos


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Los calambres se producen cuando un músculo o grupo de músculos se contraen repentinamente. Esta contracción provoca un dolor agudo que sólo desaparece cuando la contracción se alivia.

Los calambres están provocados por diversos factores. El más común tiene lugar durante la práctica de ejercicio , que puede desembocar en una falta de sustancias químicas para que el músculo funcione correctamente, y que no comento en este artículo que pretende ser genuinamente divulgativo.

Cuando trabajamos un músculo , las células queman el azúcar de la sangre a mayor velocidad. El azúcar se combina con el oxígeno de la sangre, y la energía se utiliza a medida que el músculo se contrae como resultado de complejos procesos químicos, que tampoco merecen mencionar aquí, y que tienen lugar en las células del propio músculo,

Cuanto más vigoroso o más largo sea el ejercicio, más rápidamente se deben afrontar las exigencias crecientes de los músculos. Si el músculo no puede resolver este proceso con la rapidez necesaria para mantener sus exigencias energéticas, comienza la producción de ácido láctico.

El ácido láctico puede producir energía, pero resulta ineficaz. Si continúa practicando ejercicio , el ácido se acumula con más rapidez de la que puede deshacerse. Esto provoca la detención de las contracciones musculares normales y desencadena la característica sensación de quemazón, contractura y dolor de un calambre.

Un músculo tenso, afectado por un calambre, impide la circulación sanguínea adecuada, por lo que el ácido láctico se acumula todavía más.

Un calambre también puede aparecer como resultado de la pérdida de sal y de líquido, lo que altera el equilibrio eléctrico implicado en la actividad muscular. Esta pérdida puede estar provocada por una fiebre alta, sudoración excesiva o ejercicio físico descontrolado.

Tratar un calambre

Para aliviar un calambre, debe dejar de practicar ejercicio e intentar estirar suavemente los músculos afectados. Tal vez le parezca que el calambre empeora, pero mejorará gradualmente.

Puede masajear la zona con el fin de incrementar el suministro de sangre a los músculos. La aplicación de calor o tomar un baño caliente también favorecerá el riego sanguíneo. Evite los baños excesivamente calientes o exponerse a temperaturas altas con demasiada rapidez ya que los cambios repentinos pueden afectar a su sistemas circulatorio y de control de la temperatura.

Beba mucho agua para mantener el cuerpo hidratado, sobre todo cuando practique ejercicio en días calurosos. También puede intentar evitar los calambres mediante una dieta sana que proporcione a su cuerpo los nutrientes que mejoran la eficacia química de los músculos. Además, cuanto más en forma esté, más oxígeno podrá suministrar su cuerpo a los músculos y menos probabilidades tendrá de sufrir calambres.

El Síndrome de las piernas inquietas

Aproximadamente el 15% de la población sufre el síndrome de las piernas inquietas, que provoca sensaciones de cosquilleo, quemazón y picor en los músculos de las piernas. Por lo general, el síndrome empeora por la noche, y el estrés y las grandes cantidades de cafeína agudizan los síntomas.

No existe una cura sencilla, pero puede probar a enfriar o calentar las piernas, , además de estirar y masajear las pantorrillas. Evite los estimulantes , como el café, el ejercicio demasiado prolongado y las comidas copiosas, antes de acostarse. Pruebe una rutina de relajación. Como último recurso, su médico puede recetarle algún medicamento.

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