MONTE DE LA TORRE

Carta para los Reyes Magos

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Destinatarios:

Melchor, Gaspar y Baltasar (Los Reyes Magos)

Domicilio:

Itinerante, Calle La Ilusión Infantil, número del 0 a la edad que se acaba la bonita   fantasía.

País:  El Mundo de la Infancia

                                Remitente:

                                Un   Niño Palmero

                                Domicilio: 

                                Engullido por   el volcán Cumbre Vieja

                                Tacoronte (La Isla Bonita-  Canarias-  España)

Queridos Reyes Magos:

Soy un niño palmero, uno de los que en años anteriores por estas mismas fechas   os solicitaba un listado enorme de juguetes   y regalos varios, algunos muy sofisticados y costosos, pero, Majestades, en esta ocasión, mi lista de pedidos no se centra en   eso.

Ahora ese volcán de Cumbre Vieja con su estromboliana erupción ha   transformado no solo la fisonomía   de nuestra bonita isla, este que ahora por fin se sume en letargo, ha cambiado bruscamente la realidad.  Nosotros los niños de esta isla golpeada por esa terrible furia tendremos nuestra infancia grabada a fuego, esas llamaradas que salían por la boca, esa ceniza, esos terribles temblores.

El  miedo  se nos metió en el cuerpo  y  no  fue  para menos  pues  sus  lenguas ardientes  destruyeron  viviendas, barrios  enteros, plantaciones…

Ahora  mismo, esta  carta  que os escribo  no la estoy redactando  desde  aquel coqueto bonito estudio   de  aquella  mi habitación , esa  , como el resto  de  dependencias  de nuestro hogar  no existe,  se halla  sepultado  bajo  esas  miles  y miles  de toneladas  de  ceniza. Ahí , sepultadas  en  ellas  están  mi bicicleta,  mi balón, el patinete… todos mis juguetes  pero,  esos juguetes  cuando  mi infancia  quedara perdida en el pasado  seguro  que  serían enterrados en el olvido,  pero  lo peor  es  que  ahí  queda  derruido  todo el esfuerzo  y el amor  con que mis  padres,  cuando  hace  una quincena  de años  se casaron, construyeron  esa  casita  que  ya  ni fotos tenemos  para  recordarla  y,  dentro  de  ella  todos  los muebles  y recuerdos  aplastados  por  el monstruo. 

Ahora  estamos  todos en casa  de unos  familiares,  en ella, en  una  residencia  de  pocos metros  cuadrados  vivimos  diez  personas  con  nuestros corazones  muy  lastimados  y  con  heridas  que nunca cicatrizarán.

Bueno Majestades, no quiero aburriros con tanta manifestación de dolor. Paso a   relacionaros los regalos que os pido para mí y todos los pequeños palmeros:

  • Primero, que nos hagáis disponer de un nuevo hogar. La niñez necesita una casa para que sus raíces, las que pretende arrancarnos ese volcán, no estén totalmente desarraigadas. Ningún niño puede vivir sin un hogar, el mejor e indispensable regalo es gozar de una   
  • Segundo, que nuestros padres vuelvan a tener asegurado su modo de vida, un trabajo. Sometidos a esta tremenda y estresante situación, nuestros progenitores al no poseer un empleo pueden caer en una honda depresión.
  • Tercero, que lluevan ayudas económicas para que sobre esta ceniza vuelva a resurgir y brotar lo que nunca puede enterrarse, el sol de dicha y alegría de La Palma.
  • Cuarto, volver de nuevo a llevar una vida con normalidad, reencontrarme con mis condiscípulos e intentar olvidar, lo inolvidable, esta monstruosa pesadilla, este otoño de fuego en el que parecía que nuestra isla sería totalmente destruida y con ella nuestras vidas.
  • Quinto, que nuestras plataneras se regeneren y que nunca tiemblen por el pánico que supone que la naturaleza misma se convierte en su peor enemiga.
  • Sesto, No queremos más que oxígeno económico para poder hacer y llevar una existencia normal. No traigan juguetes, pues tardaremos mucho en volver a jugar, ahora todos tenemos que dedicarnos a   recomponer el disperso puzle de nuestras vidas familiares.

Que vuestra cabalgata de Reyes reparta esa noche estos regalos para niños y mayores palmeros. No queremos caramelos o dulces que, cuando se derriten, al desaparecer su dulzura efímera, volvemos a comprobar que nuestras papilas gustativas solo vuelven a percibir el sabor a ceniza mortal y nuestra respiración acostumbrada a respirar metano y gases nocivos.  Que los vientos que soplen este venidero año sean aires de recuperación y nunca que levanten más polvo y calima para ennegrecer más nuestro destino.

Esta carta no os la puedo dejar en mi hogar, no lo tengo, ahora estoy acogido con mis hermanos y padres en otro domicilio.  La llevaré a un café cercano y os la dejaré en el bote de las propinas.  Aguardo que cuando nuestros mayores vayan por ese bar, después de la fiesta de Epifanía, oigan o lean en los medios de comunicación, radio, tele o prensa escrita, que todo lo que este niño palmero os pide lo tenemos.

Majestades, si   no les resulta legible alguna palabra, disculpen puede ser por dos motivos, porque el torrente de mis lágrimas haya borrado alguna o que la ceniza la haya cubierto.

Por los niños y todos los habitantes de esta isla no olviden satisfacer mis peticiones.

En La Palma, diciembre, data en que el volcán se   ha dormido   y esperemos nunca más despierte.

                          Firmado, un Niño Palmero,

                          Rubricado con el amor a una tierra y sus gentes.          

 

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