José Antonio Ortega | jaortega@jaortega.es - www.jaortega.es
Supongo que habrá quien se lo crea. Porque crédulos, haberlos, haylos, tanto o más que mentirosos. Pero yo no. Y reconozco que es muy posible que esté equivocado.
Estoy casi, casi, casi convencido de que la Rotonda de la Constitución, más conocida como “Rotonda de la Tarta”, ubicada en pleno centro de Los Barrios, en el cruce de las avenidas José Chamizo y Tercer Centenario, no ha sido demolida porque hubiera amenaza de propagación de legionella, sino por un capricho del señor Romero, que ya desde que estaba en la oposición tenía metido en la cabeza borrarla del mapa local, si algún día, como finalmente ha ocurrido, lograba sentarse en el sillón de alcalde. Entre otras razones, porque en Los Barrios, que yo sepa, no ha habido ningún brote de legionelosis hasta la fecha ni nada que se le parezca.
Pero voy a más, y asumo el riesgo. Estoy también casi, casi, casi convencido de que, incluso en el hipotético caso de que el peligro de legionella hubiera existido, habría resultado menos costoso erradicarlo que derribar la glorieta y construir una nueva. Sostener lo contrario es como afirmar, por ejemplo, que para solucionar una posible propagación de la conocida como enfermedad del legionario en el Hospital La Paz de Madrid sea más rentable y económico echar todo el inmueble abajo y levantar otro en su lugar. Algo que me parece completamente absurdo.
Yo creo que el señor Romero habría quedado mejor ante la opinión pública si, en vez de recurrir a esa trola a la que ha recurrido para explicar el gasto superfluo que supone la obra de que hablamos, admitiera abiertamente y sin tapujos que ha mandado tirar la “tarta” porque le ha salido de los bemoles. Que es, a fin de cuentas, por cierto, lo mismo que hizo con el pabellón del recinto ferial meses atrás, por mucho informe técnico inexistente que a posteriori se sacase de la manga.
Aunque si de tomadura de pelo a los ciudadanos puede calificarse la excusa de la letal bacteria para justificar lo injustificable, otro tanto se puede decir en cuanto a la cartita que la primera autoridad municipal envió días atrás a los vecinos relacionada con la cuestión de los cortes de luz en el municipio. Como si fuéramos los usuarios los que tenemos problemas con las instalaciones en nuestras viviendas y no hubiera deficiencia alguna en las infraestructuras generales de suministro de electricidad en el municipio de la que deba ocuparse el equipo de gobierno, sea o no de su competencia.
Hay que reconocerlo. En lo de echar balones fuera o arrojar la pelota en el tejado de otros el señor Romero es un maestro. Resulta que antes todo lo malo que pasaba en Los Barrios sólo era culpa del Ayuntamiento y de los anteriores regidores y ahora todo lo malo que pasa es única y exclusivamente responsabilidad del PSOE, la Junta de Andalucía, el diablo o vete tú a saber quién.
No me canso ni me cansaré de repetirlo. Este alcalde no tiene sentido del ridículo y parece que tampoco algunos de quienes le rodean. No hay más que hacer un repaso de su trayectoria desde que se dedica a lo público y recordar algunas de sus propuestas o iniciativas para constatar esto que digo. Me viene a la memoria, por ejemplo, cierta medida que incluyó en uno de los programas electorales de su partido a fin de facilitar el acceso de los barreños a la vivienda. Para conseguir tal cosa no se le ocurrió otra que promover la autoconstrucción. O séase, algo así como animar a los vecinos a convertirse en albañiles y ayudarles a edificar en sus ratos libres sus propias casas.
Y es que, como ocurre con el oportunismo, en lo que se refiere a ingenio para tratar de camelar al personal a Jorge Romero, hoy por hoy, en Los Barrios tampoco hay político que le gane.
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