El fútbol no es siempre fútbol, por J. A. Ortega


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Sí , ya sé, nadie me ha dado vela en este entierro y encima yo voy y echo mano de un cirio. Pero es que hay cosas ante las que uno no puede ni debe callarse. Espero que los que deban sepan disculpar este puntual ejercicio mío de intrusismo en el terreno de la información relacionada con el deporte local. No mantengo ninguna relación de estrecha amistad, ni muchísimo menos, con el presidente de la U.D. Los Barrios, Álvaro Moya, pero he tenido la oportunidad de conocerle y me consta que es un buen tipo al que cuando menos los aficionados barreños al balompié tienen que agradecerle que se haya atrevido a ponerse al frente de un club endeudado hasta las cejas y que estaba a punto de desaparecer. El hombre se está manejando contra viento y marea ante la complicada situación en la que se encuentra la entidad y hay quien, por razones que no están muy claras, se empeña en ponérselo aún más difícil. Viene a cuento lo que digo como réplica a las acusaciones basadas en meras y malintencionadas conjeturas de las que, contra la persona del primer mandatario de la Unión, se hacía eco el pasado jueves, 11 de noviembre, un diario de la Comarca.

Resulta más que aventurado, por no decir que raya con la estupidez, asegurar que el presidente de la U. D. Los Barrios toma una decisión como la de contratar a un entrenador en lugar de otro en el que se había pensado antes por hacerle la puñeta a un periódico en concreto y a un determinado redactor del mismo. Y es que hay quien se cree el ombligo del mundo y lo pone de manifiesto, hasta el extremo de bordear el ridículo, sin ruborizarse. Nadie con un mínimo de sentido común puede creerse que la decisión adoptada por el club que preside Álvaro Moya de hacerse con los servicios de Antonio Flor ?en lugar de los de otro de los candidatos para ocupar el banquillo del equipo gualdiverde que se barajaban? no haya obedecido a consideraciones estrictamente deportivas y técnicas, aparte de las económicas. Cualquier otra afirmación no es más que simple y pura especulación y, desde luego, nada inocente. Como lo es decir que Moya accedió a la presidencia de la Unión con la intención de luego emprender carrera política y añadir, además, que esa gratuita e infundada suposición está en boca del pueblo, cuando, que se sepa, nadie la ha oído. No sería la primera vez que el redactor de la referida información publicada el pasado jueves falta a la verdad recurriendo a invenciones propias o ajenas. Los aficionados al baloncesto de la localidad seguro que todavía recordarán aquella noticia de la que también fue autor este muchacho, allá por la temporada 2002-2003, sobre la supuesta difusión por las calles de la localidad de unos panfletos, contra la dirección del entonces denominado C.B. Los Barrios, que no existieron más que en su imaginación.

Aunque lo grave es que se insinúe lo que se insinúa desde el citado medio: que la Unión aún no le ha pagado a Escobar como represalia por la suplencia a la que el que fuera técnico del equipo la pasada campaña condenó al ahora presidente del club cuando éste todavía era jugador de la plantilla. Dar pábulo a lo que para colmo no es que más un falso chisme, dejando de lado tanto el rigor como la ética, puede tomarse como una afrenta al honor, una auténtica insidia y dice mucho respecto a la talla de quien así actúa.

Vujadin Bo?kov no estaba en lo cierto. Desgraciadamente, el fútbol no es siempre fútbol.

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