MENUDENCIAS BARREÑAS

El nombre de La Polvorilla

El topónimo barreño Polvorilla es relativamente reciente pues su antigüedad apenas me consta desde el siglo XIX. Aunque tal vez alcance al siglo XVIII en alguna bibliografía o documento manuscrito aún sin consultar. Su etimología es dudosa y derivaría de un lugar de descanso caminero denominado primero “ventorrillo” y luego “venta” de la Polvorilla.


Escuela de la Polvorilla

En la Edad Moderna las ventas y posadas requerían licencia real y la mayoría estaban sujetas al impuesto de alcabala por los productos vendidos, cuyos precios se regulaban para evitar abusos. La cañada real de Medina Sidonia a Gibraltar estaba bastante descuidada y el camino de Los Barrios a Alcalá de los Gazules era un simple y tortuoso tránsito de herradura de escasa rentabilidad para una venta. En el siglo XIX, con nuevos proyectos camineros en la zona, de algún modo se toleró un pequeño ventorrillo por su utilidad al viajero ocasional.

La mención más antigua que conozco de Polvorilla está en una lista de enterramientos del antiguo desierto o convento de carmelitas descalzos de San José del Cuervo, entonces del término municipal de Medina Sidonia y ahora de Benalup-Casas Viejas. En su tesis doctoral sobre tal monasterio, Rosario Fresnadillo (2006) nombra varios fallecidos de los años 1831, 1839 y 1841 en “Polvorilla” (sic.), sin indicar la categoría poblacional o caminera que tenía entonces ese lugar barreño.

La siguiente mención cronológica encontrada al respecto está en el diccionario geográfico de Pascual Madoz, que al referirse a los ríos y arroyos de la provincia de Cádiz, sitúa ese topónimo del siguiente modo: “El arroyo Cañas que nace en la sierra de Rompe-coche término de los Barrios; la garganta de este mismo nombre, que nace en la sierra de Algeciras, uniéndose cerca del ventorrillo Polvorilla; la garganta Ramos, procedente de la sierra referida; la de Juan-azul que se forma en la misma, y la de Raudal más arriba del molino de su nombre en la sierra de Algeciras.” (Madoz, 1849, t.V: 127).

Un itinerario militar español (1867) la cataloga “venta de la Polvorilla”. Pero en alguna cartografía histórica posterior (1874) sigue como “ventorrillo de la Polvorilla”. Andrés Muñoz Muñoz, buen indagador de la historia de la Polvorilla y su escuela rural, conoce la ubicación del primitivo “ventorrillo de la Polvorilla” e identidad del propietario anterior a su definitivo traslado, ya como “venta de la Polvorilla” ahora inexistente. Pero del origen del nombre de la Polvorilla sus noticias son imprecisas. Por eso, daré alguna aportación personal al respecto.

Parece descartable que Polvorilla derive de “polvo”, pues dicha evolución semántica tiene alternativas más frecuentes: polvero, polvareda, polvorosa, etc., de las que algunas sí constan como topónimos españoles. Tampoco derivaría de los cercanos Polvorines militares ahora inhábiles, que son posteriores. Lo más aceptable es que indirectamente proceda de pólvora.

Ningún destacado diccionario etimológico consultado incluye la palabra “polvorilla”. Incluso los diccionarios impresos de la Real Academia Española (DRAE) le dedican una tardía y escasa atención a dicha palabra. Recientemente la incluyen en internet, derivándola de pólvora y la definen como “persona inquieta y vivaz, que suele tener impulsos repentinos.”

El siglo XIX puso de moda un prototipo de personaje literario llamado Polvorilla, que por su temperamento y carácter cumplía con el anterior significado indicado por la RAE y de ahí pasaría al uso familiar, como un calificativo o apodo personal: Polvorilla o Polvorita. Tal vez alguien vinculado a ese ventorrillo fue conocido con ese apodo y generó su nombre.

Pero alguna bibliografía de ámbito hispanoamericano muestra otro posible significado de la palabra polvorilla, vinculado con cierta actividad minera, como consta en las fichas de la Real Academia Española, pero no reseñadas en los diccionarios impresos de lengua española, al considerarse americanismos. Incluso allí existe otro significado de uso agrario.

En el siglo XVII, Antonio Raimondi (1617, 1939) y Álvaro Alonso Barba (1637, 1770), expertos conocedores de la minería americana del Alto Perú, dieron a conocer y divulgaron el nombre de “polvorilla”, aplicado por sus mineros a diversos metales y sulfuros, vinculados con la plata, que más tarde una publicación periódica definió así: “Polvorilla. Metales de plata negros y engranados como la pólvora que no tiñen el dedo, se benefician por crudo, y son de los más ricos. En Europa llaman plata-negra” (El Mercurio Peruano, 30-I-1791:64).

Poco después, las tablas minerales prusianas de Karsten, traducidas al español (Del Río, 1804) terminaron de difundir aquel significado minero de polvorilla. En cuanto a la definición agrícola, debo añadir que en Méjico “polvorilla” también era una similar tierra negra arcillosa para sembrar patatas que solo daba tubérculos pequeños (El Álbum Mexicano, 1849, t.2: 8).

Por último, en el popular barrio sevillano de Triana existió un patio de vecinos llamado a principios del siglo XVIII, primero “corral del Polvorista” y luego “corral de la Polvorilla” que mantuvo su última denominación hasta mediados del siglo XX. Como “polvorista” era quien trabajaba con la pólvora, cabe pensar otro posible origen etimológico para la Polvorilla.

Para concluir lo expuesto sobre el topónimo y etimología de Polvorilla, sabiendo que Cádiz y antes Sevilla fueron las puertas de América con la Casa de Contratación, aunque ignoro si la acepción americana de “polvorilla” como mineral de plata tuvo gran difusión local, me atrevo a decir que me resulta curioso y anecdótico que Jorge Glyn, cónsul gibraltareño en Algeciras, propietario de algún molino, arqueólogo por interés y emprendedor de cualquier negocio en Los Barrios, a mediados del siglo XIX solicitase la oportuna licencia para explorar, una supuesta mina de plata en Laojí, dehesa próxima a la Polvorilla. ¿Sería ese otro posible origen argentífero del topónimo barreño Polvorilla? Es mera sugerencia y especulación personal.

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