Diréis lo que queráis, pero existen los amores atormentados. Pese a la aparente frivolidad que hoy rigen las relaciones humanas y afectivas, existen. Aunque las nuevas tecnologías nos invadan; los vehículos rieguen nuestras calles de humo y ruido;las grúas coronen al modo laico tantos proyectos de edificios; aunque el poder tome nuevas formas, casi siempre para peor, para mofarse un poco mas de la ciudadanía; pese a este aparente desarrollo económico, los amores raros, los corazones carcomidos de soledad y asco, están entre nosotros. Voces sin eco. Sentimientos estrellados contra el vacío. Miradas que se tragan los espejos. Aguas solitarias en vasos grandes, limpios, asépticos.
Todavía es posible morir ahogados por los sentimientos perdidos con el viento; por la luminosidad del sol; por la inconstancia juguetona de la luna; por la inmensidad del mar limpio en su alegría, sucio con el manotazo del mal llamado progreso.
Ha cambiado el contexto, pero viven todavía los románticos/as, dentro de un mundo que los desprecia, que no quiere comprenderlos.
Hay algo más duro que decirle a alguien, después de años de convivencia, aquello de : “Ya no siento nada por ti.” “El amor se ha acabado y el deseo también.” “Tú vete dónde quieras, pero no cuentes conmigo nunca más”?
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