J. A. Ortega: “Quien nace y vive junto al mar es prácticamente imposible que no se deje cautivar por su grandeza”

El autor de “El Reino de las Sirenas” desvela algunas de las claves para entender la obra, a la venta en librerías y a través de Internet desde este mes de octubre


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¿Quiénes son los protagonistas de tu novela?

“El Reino de las Sirenas” tiene como punto de arranque y base el célebre misterio del Mary Celeste. El bergantín de bandera estadounidense cuya tripulación desapareció misteriosamente en el Atlántico, cerca de las Azores, entre el 24 de noviembre y el 5 de diciembre de 1872. Una historia en torno a la cual habría de gestarse toda una leyenda que aún hoy perdura.

Dos son sus principales protagonistas: Nathan Briggs, presunto nieto del capitán Benjamin Spooner Briggs, a cuyo mando se encontraba el citado barco, y Antonio Jonás de Moura, supuesto pariente desconocido tanto del uno como del otro.

En torno a ambos se construye, se estructura y se desarrolla este relato de relatos, diríase que cóctel, en el que aparecen un sinfín de personajes reales, y algún que otro imaginario, y en el que prima el gusto por la narración más que la acción dramática, no por capricho sino como recurso estilístico intencionado.

¿Cómo se estructura el libro y a qué público va dirigido?

Nathan Briggs es el narrador omnisciente. Escribe a posteriori y desde dos perspectivas, la propia y la del supuesto pariente desconocido, llamado Antonio Jonás de Moura, o quizá tres, si se considera también la de su abuelo el capitán Benjamin Spooner Briggs. La historia se sucede en momentos de tiempo diferentes que se van alternando con cada capítulo, en función de cada una de dichas perspectivas, y así se van intercalando saltos entre presente y pasado a la vez que se teje el hilo de la trama.

Se trata de un libro dirigido a todo de tipo de público. Su lectura, aunque no fácil, por el alto contenido en datos de interés histórico, cuando no curiosos, puede resultar sugerente, estimulante para la imaginación, entretenida y, desde luego, provechosa.

Tu obra mezcla realidad con ficción. ¿Qué labor de documentación existe detrás de un libro como éste?

En efecto, la obra es mezcla de realidad y ficción, pero hay detrás un arduo trabajo de recopilación de información que no ha sido fácil. En primer lugar, la obtención de una amplia documentación bibliográfica que sólo está disponible en inglés y que he podido adquirir a través de Internet porque no se encuentra a la venta en España. En segundo lugar, el acceso a información relacionada con los personajes más significativos, para lo que incluso he tenido que husmear en censos, recortes de periódicos y revistas de la época, certificados de matrimonio y defunción, lista de pasajes de navíos, correspondencia, etcétera, etcétera… Información que, afortunadamente, todo hay que decirlo, en el caso de los Estados Unidos se puede encontrar digitalizada. Incluso realicé un viaje a las Azores, a las islas de San Miguel y de Santa María, escenarios de muchos de los hechos que se cuentan.

¿De dónde viene tu interés por las historias que encierra el mar y la navegación?

Quien nace y vive junto al mar es prácticamente imposible que no se deje cautivar por su grandeza. No te digo ya junto al Estrecho de Gibraltar, como es mi caso, cruce de caminos y lugar de encuentro durante siglos de culturas y civilizaciones. Sin la pretensión de compararme con Alberti, ni muchísimo menos, me tengo por un “marinero en tierra”. Recuerdo que cuando tenía 17 ó 18 años estuve a punto de enrolarme en la Armada. Era aquella época en la que en TVE ponían aquellos anuncios en los que la voz en off de un locutor decía: “¡Muchacho, la Marina te llama!” Soy un tipo marcado por una frustrada vocación de descubridor, explorador, aventurero… Creo, a fin de cuentas, que todos llevamos en el alma algo de navegantes y que la vida es nuestra gran travesía…

¿Qué influencias literarias, culturales o personales crees que han podido llevarte a crear la trama de esta novela y a desarrollar su estilo?

Pienso en Julio Verne, H. G. Wells, Conrad, London, Stevenson, Melville, Salgari incluso. Pienso también en la pasión por la aventura y, sin lugar a dudas, el mar es sinónimo de aventura. Pienso en la fascinación por lo desconocido, lo extraño, a la que muy pocos son capaces de sustraerse, y un servidor, desde luego, no iba a ser menos. El poder de sugestión de lo enigmático. La atracción por lo oculto, por lo prodigioso. La pasión por todos esos mitos y leyendas a través de los cuales han hallado expresión los temores y anhelos de los pueblos y de los hombres. Los sueños y las emociones que me han inspirado el cine. Sobre todo, aquellas películas de piratas, bucaneros y corsarios de la época dorada de Hollywood, con menos efectos especiales que las de hoy día pero mucho más encanto.

Con “El Reino de las Sirenas” quería, por un lado, ser fiel y riguroso respecto a los acontecimientos conocidos y constatados relacionados con el caso del Mary Celeste, más todo lo concerniente al mismo, y, por otro, que eso no fuera óbice para dar rienda suelta a la fantasía, moviéndome entre la improbabilidad de lo posible y la posibilidad de lo improbable. En un intento, dicho sea desde la modestia, no sé si exitoso, de conjugar maneras propias de aquel llamado “realismo mágico”, que fuera característico de la narrativa latinoamericana, y que siempre me gustó imitar, con ese cierto desparpajo, a lo Reverte, de inveterada tradición en las letras castellanas, a veces presente en la narrativa actual.

También pretendía en alguna medida dejar traslucir o apuntar someramente de forma implícita una reflexión sobre las actitudes humanas ante lo inexplicable y lo inexplicado, no sin ironía y escepticismo, en definitiva, con una buena dosis de sentido crítico.

¿Qué proyectos futuros tienes como escritor?

Tengo, no voy a decir que en un desván, lo que resultaría muy poético, pero sí en la pequeña leñera de una chimenea de casa que no utilizo, unas cuantas cajas viejas de cartón en las que guardo, junto a un montón de recuerdos de hace años, el esbozo de al menos dos novelas que precisarían ser reescritas, una de ellas de carácter histórico; los apuntes para otra que me gustaría se convirtiera en testimonio personal del tiempo que me ha tocado vivir; unos cuantos relatos breves, que quizá me anime a publicar próximamente; una extensa colección de artículos periodísticos, redactados a lo largo de los últimos 15 años, que un día de estos espero recopilar, y, bueno, algunos poemas. Trabajo intelectual y literario, en fin, para rato, si me pongo manos a la obra y me esmero.

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