La culpa fue del chachachá, por J. A. Ortega


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Si yo fuera Montedeoca, no lo digo de coña, le pediría a Romero que hiciera con Doñate el presupuesto. O llamaría a la ex alcaldesa, quien, según sus incondicionales, era, y se supone que lo seguirá siendo, la única persona capacitada para sacar adelante el Ayuntamiento y desfazer el actual entuerto al que se enfrenta la institución, si es que alguna vez a la señora se le pasa el berrinche de su forzada dimisión y se deja ver por la Casa Consistorial, que ya va siendo hora, aunque se comprenda su prolongado mutis por el foro. En el último pleno, en el que se debatieron y aprobaron las previsiones de ingresos y gastos para este año ya casi pasado, el señor portavoz del PA habló como si se guardara un as en la manga. Como si hubiera recibido un soplo, desde la Consejería de Economía y Hacienda, la Confederación Española de Cajas de Ahorros o el Banco de España, y supiera más que nadie. Quizá por eso se permitió vaticinar la no concesión de los dos créditos proyectados, para intentar solventar la papeleta de las cuentas municipales, por lo menos de aquí a mayo, como si se tratara de una certeza, dándolo prácticamente por sentado, con mucha más seguridad con la que lo hubiera hecho, quién digo, Rappel, por ejemplo. El hombre, todo hay que decirlo, se despachó a gusto. A los ediles del PSOE e IU casi los pone de vuelta y media. No saben ustedes dónde están de pie, espetóles, y los señores y las señoras a los que se refería se sorprendieron sobremanera, no sin motivo, pues no se encontraban en posición erguida sobre sus extremidades inferiores, sino sentados en sus escaños sobre sus posaderas. Los llamó mentirosos también en numerosas ocasiones, no me dio por contar cuántas, cuando le habría sobrado con haberles dicho “ustedes faltan a la verdad”, que significa exactamente a lo mismo, pero tiene menos connotaciones peyorativas, es, como decía mi madre, que en gloria esté, de más educación, y puso, además, en tela de juicio hasta su grado de vergüenza, ya se sabe, ese bien cuya demanda ha caído y sigue cayendo en picado porque ya no se lleva en estos tiempos. Nuestra administración local está al borde del colapso. No vayan a preguntarme cómo he sido tan listo para percatarme. El equipo de gobierno ha puesto encima de la mesa un plan de viabilidad a tres años vista que, retoque arriba, retoque abajo, podría ser de utilidad, puede que no la panacea. El problema está en cómo llevarlo a cabo. Hay que tirarse al ruedo, todavía sin cubrir al completo, por cierto, y coger el toro por los cuernos. Más vale ponerse una vez colorado que unas cuantas amarillo. A ver quién es el guapito que le coloca el cascabel al gato. Ay, Carlos, qué razón tenías. Si en vez de ser pajaritos… Pero ahora, y aunque haya quien esté disfrutando, y de lo lindo, con todo este embrollo, es momento de aunar esfuerzos y encontrar soluciones. Sobre responsabilidades, ya se pronunciarán quienes se han de pronunciar, en las urnas. Lo que yo les diga, la culpa fue del chachachá.

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