El Presidente de la Junta de Andalucía ha hecho pública las nuevas restricciones que tendremos, en un principio, hasta el 23 de noviembre. El toque de queda será desde las 22 horas hasta las siete de la mañana. Confinamiento perimetral por municipios (Así que no se puede salir del término municipal). Y los trabajos no esenciales, incluida la hostelería, abiertos hasta las seis de la tarde.
Los esenciales seguirán abiertos en sus horarios normales. Dicen que mañana se ofrecerán en el BOJA algunas restricciones que no se han contemplado en la rueda de prensa ofrecida hoy como es el tema de los lugares religiosos. Y en nuestro caso, habrá que ver cómo queda el tema de Gibraltar (No para trabajadores que se supone que quedará igual, sino para los propios gibraltareños en sus movimientos por la comarca). Tampoco se dice nada de los aeropuertos por los que estos se pueden convertir en auténticos coladeros de entrada y de salida.
Y el título de este artículo viene a colación de que, efectivamente, hemos conseguido todos (Políticos y ciudadanos), la inmunidad de rebaño, pero no contra el Coronavirus, sino que nos hemos inmunizados ante las cifras que ofrece la pandemia a diario.
Escuchamos que el día anterior han muerto 350 personas, fruncimos el ceño y seguimos leyendo o escuchando. Parece que esta situación de 300 muertos diarios nos ha hecho una costra que no la dejamos pasar.
Y no podemos consentirnos algo así, porque están muriendo padres, hijos abuelos. Están muriendo personas que dejan atrás unas vidas llenas de problemas, todo su amor, sus amistades, sus ilusiones o sus deudas. Da igual lo que se diga, el resultado es que se mueren otras personas.
Y no podemos consentirnos algo así porque estamos despreciando el número de muertos o de contagiados o de personas en UCIs, y así terminaremos despreciando la vida y la dignidad del ser humano.
No podemos consentirnos pensar solo en la vida y en la esperanza o que esto se va a acabar porque si no miramos de frente a la muerte nunca entenderemos lo que tenemos que solucionar. Existir es vivir, y también, morir.
La situación es muy preocupante. Los muertos son muchos, los enfermos colapsan el sistema sanitario y lo único que tenemos en mente es una vacuna que no será la solución definitiva porque no existe la cura para esta enfermedad.
Por tanto, no podemos inmunizarnos contra la realidad en la que vivimos y hay que renunciar a esa inmunidad de rebaño que parece protegernos contra el sufrimiento que trae esta pandemia porque así es imposible seguir adelante.
Son demasiados muertos. No miremos a otro lado.
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