SOBRE NUESTRA VIDA

La misión de la niña abusada

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Nadie duda de la crueldad que supone el abuso sexual de un ser humano pequeño, tierno e inocente, más aún si tenemos en cuenta que esa niña o niño confiaba plenamente en la persona abusadora, tratándose de una persona de referencia para esta personita que nació para amar sin límite.

Contaré la historia de la niña abusada, historia que puede servir de ejemplo para otras niñas y niños, aunque hemos de ser conscientes de que cada persona y personita es única, irrepetible y delicada. No vale generalizar, y no obstante, todos entendemos muy adentro del amor, del dolor, de la desesperación por no encontrar la salida.

La niña abusada no es consciente del daño que se le hizo de pequeña. Es más, queda fielmente ligada a su abusador. Él es la persona más importante de su vida – la fidelidad al agresor es tan fuerte que la niña difícilmente puede darse a otras personas de la misma manera como lo hizo en su momento a su abusador.

Cuando el abuso ocurre durante tiernas edades de la infancia, no hay consciencia de lo que pasó. Lo que queda, no obstante, es una enorme confusión respecto a las relaciones humanas, no sólo íntimas, sino también laborales. Inconscientemente, las personitas grabaron en su memoria una sombra, una mancha de algo que intuyeron que está mal y que debía esconderse del resto de la humanidad por todos los medios y para siempre.

Detrás de un abuso sexual hay un abuso emocional, un abuso de confianza. Se forja un pacto de silencio con la persona abusadora. La personita incocente no puede ver la maldad de su abusador en ningún momento. En cambio, el pacto de silencio y el amor hacia la persona referente de su vida le hace sentir culpable por no poder hacerlo bien de ninguna manera.

El “juego” ilícito confunde a la personita de tan corta edad, y al no poder elegir un NO como respuesta al “juego”, se queda paralizada ante una situación que le asusta y desagrada. Y si encima la esposa del agresor se enterase del asunto, la niña se vería culpada y vejada por lo que está pasando.

No hay salida, así que la niña, en su inocencia, ha de crear un nuevo mundo en el que el mal no existe. Lo que está ocurriendo no PUEDE ser malo, ya que la persona “mala” le da todo el amor que ella necesita.

La necesidad de pintarlo bonito requiere de una viva fantasía para evitar darse cuenta de la gravedad de una situación sin salida, sin posibilidad de salir viva de ella.

Aunque no es una amenaza física de muerte, sí es un temor de morir emocionalmente. La situación se convierte en un cuarto oscuro sin puertas, una encerrada que no deja otras opciones que elevarse hacia un mundo lleno de fantasía e idealización.

‘Amar a toda costa’ parece ser el mensaje en respuesta. Amar al malo, amar más para sanar, salvar, y no perder el amor del prójimo. La personita de corta edad no entiende aún los juegos sucios de la sociedad y del mundo.

Sin embargo, entiende todo sobre el amor. No sobrevivimos sin amor, lo sabe desde que respira oxígeno, o incluso desde antes de nacer y aterrizar en este mundo, a veces oscuro y terrible.

Desde su mundo idealizado, la niña no aprende a diferenciar entre el bien y el mal. El mundo ha de ser bueno, y punto. La búsqueda del amor, el imparable ímpetu de salvar a las personas y perdonar, parece formar parte inevitable del programa de la niña abusada.

La misión mal entendida de la niña abusada era crear un mundo donde el “hombre malo” sane a través del amor. Ella es capaz de ver su historia, ya que lo ve con los ojos de alguien que sabe del cuarto oscuro sin salida, del dolor desgarrador, de la soledad del silencio.

No obstante, la misión mal interpretada lleva a la niña sexualmente abusada a pegar tumbos por la vida, sin entender nada del mundo real. Su aferramiento al mundo ideal era su salvavidas, no puede soltarlo sin temer morir.

La niña abusada podrá sanar sus heridas a través de la comprensión de su propia distorsión, una confusión sobre el amor. Aprenderá a reconocer el mal y protegerse ante él. Aprenderá a levantarse contra el mal y pronunciarse, hablar, defenderse si es necesario.

Y aún así, no querrá convertir su historia en odio y persecución. No querrá que con su historia se cree más negatividad, más maldad cargada de rencor y destrucción.

Esa es la verdadera misión de la niña sexualmente abusada en temprana edad. Desarrolló de una forma inmaduro tanta capacidad de amar que, madurando, podrá aportar amor y compasión al mundo distorsionado por una cadena generacional e histórica de dolor, abusos y violencia.

Eso sí, ello requiere un proceso de sanación en la que la niña ha de romper el pacto que antaño estableció con el abusador. La niña debe elegir hacerse adulta y mirar el mundo con realismo y sin caer en resentimiento.

Todo lo que nos pasa tiene una razón de ser, y cada personita que llega a este mundo tiene una misión. Con nuestras historias de vida, sean como hayan sido de violentas, desesperadas, tristes o felices – tenemos una tarea en esta vida. Encontrarla le dará sentido a las cosas vividas, y nos capacita para aportar la semilla que cada uno a venido a sembrar.

Eso será posible si nos dejamos sentir el dolor de la verdadera historia, haciéndonos adultos y realistas, sin caer en victimismo ni resentimiento.

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