Paca Campaña/Poliderpotivo San Rafael
Fotos: R. Chamizo
Lo lograron en la tarde de ayer al vivir el ascenso ante el Juventud de San Fernando ante su público. Amantes del fútbol base y familiares de la escuela no faltaron a la cita y el San Rafael vivió un gran ambiente, acorde a la importancia del evento. Los barreños de Pepe Rivero perdieron por la mínima (2-3), pero hicieron valer la renta del partido de ida.
Al final ha resultado clave el 3-6 que los gualdiverdes lograron arrancar en el campo de La Bazán. Los de Pepe Rivero y Fernando García llegaban con una renta cómoda con la que supieron jugar todo el encuentro.
El partido comenzó con ataques continuados para el equipo barreño, donde su delantero, Manuel 
Tamarit, era la referencia más clara. Gozó de tres ocasiones en los primeros cinco minutos, pero el gol se resistió.
El San Fernando por contra tuvo la fortuna de adelantarse en un fallo de la defensa barreña (min.8), pero rápido contestaron los locales con el tanto de Tamarit de falta.
Los Barrios volteó el 
marcador para ponerse por delante y dar un golpe al ascenso con el tanto de José Mari, benjamín de primer año que aprovechó un despiste de la defensa y el portero ‘cañailla’.
Pero el San Fernando, un buen equipo, no arrojó la toalla en ningún momento, y en las botas de su mejor jugador, Alex, se fue al descanso con empate a 
dos goles con un disparo desde la frontal del área tras una jugada individual (2-2).
En la segunda parte los nervios jugaron una mala pasada y el partido no llegó a tener el ritmo de otros partidos.
Los Barrios se jugaba toda la temporada en tan solo media hora, y por entonces tenía una renta de tres goles, que parecía suficiente.
Fernando gozó de dos ocasiones con disparo desde la frontal, pero en ambos casos se fue alto el lanzamiento.
Alex sí acertó para poner por delante al San Fernando de nuevo con un disparo desde la frontal del área (2-3), resultado con el que se se llegaría al final del encuentro.
El San Fernando apretó, Los Barrios lo intentó a la contra pero el resultado ya no se movió, con lo que el pitido final fue el principio de una apasionante celebración, en la que el champang, los cánticos y las banderas fueron testigo de la alegría de los pequeños.
