Monte de la Torre

Los campesinos son…

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Los brazos campesinos son los sólidos pilares
que levantan con su esfuerzo al agro.
Riegan la tierra con el sudor de su trabajo
y, en silencio, tragándose muchas veces las lágrimas
sufren los reveses de la climatología
(largas sequías, temporales devastadores…)
que les destruyen lo que ellos, día a día,
cultivaron con gran amor y cariño,
el propio y exclusivo de quien ama a la tierra,
de todos los que están entregados
a cuidar el agro para hacerlo la despensa de los pueblos.
Pero, lo peor, lo más ingrato es, cuando destruyen al campo
los mismos seres humanos, los especuladores,
quienes, con la pala del progreso, rompen montes,
destruyen la flora y la fauna
y entierran al campo bajo la grande y fría lápida
de hormigón para, sobre esa losa
no colocar flores de arrepentimiento
y si alzar monstruosas torres, altos bloques y bloques
donde antes había árboles y campos cultivados.

Llora el campesino refugiado en su destartalada casa,
ellos le llaman retrógrado y primitivo
al que es el asceta que ve en la tierra la sacra capilla
que él adora y el otro masacra
porque solamente quiere extender y extender su económico imperio
para hacer grandes emporios, complejos turísticos,
en tanto el campesino dobla la columna para roturar hierbas malas
pero el que se denomina emprendedor,
el nuevo conquistador del agro,
le importa poco la vida natural y sana,
tiene prisa y nada le da por disfrutar de la vida bucólica
aunque a veces sus hijos lleguen a beber la leche de tetrabrik
y no saben que la proporciona un animal que se denomina vaca.

Solamente creen que todo sale de esa ubre económica que se llama fábrica
y se olvidan de que esas máquinas no se moverían
sin la gran materia prima que sale de la grandiosa piel del campo.
Los campesinos son…
los sufridores natos y los poseedores de la felicidad,
los que, al llegar la noche levantan la vista a los cielos
suspiran y al Creador le piden :
“ Buen Hacedor, cuando muera,
lleva mi alma a tu reino y , en esta tierra permite
que quede mi cuerpo pues, si una vida es de la tierra
la otra, bien merece una parcelita allá arriba”.

Y el Todopoderoso, mientras las estrellas rutilantes brillan, le contesta:
-“Campesino, no hace falta que me lo pidas,
esa gracia ya la tienes concedida
porque si hay alguien que es el ángel protector de ese paraíso,
ése eres tú , campesino, que haces del campo vergel
sin estropear , más si acrecentar el encanto natural.”

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