Mientras Podemos patea el tablero, la casta se enroca

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Juan Luis González Pérez | bits rojiverdes.org

No hay más ciego que el que no quiere ver. A pesar de la multitud de análisis rigurosos que se están haciendo del espectacular debut de Podemos y del terremoto que ha supuesto en el triste panorama político patrio, los aparatos escleróticos de los partidos mayoritarios no se dan por aludidos y se apuntan, bien a la descalificación simplista, bien a la estrategia del avestruz.

No haría falta ser adivino para predecir los movimientos de Rajoy ante el varapalo político recibido en las elecciones europeas. Como la antítesis de esas máquinas imposibles de movimiento infinito, el presidente ha hecho lo que mejor sabe hacer, nada. Como siempre que le vienen adversas, él se pone de perfil, esperando a que no le afecten corruptelas, amistades peligrosas, SMS, sobres, jueces, informes policiales, autos judiciales, condenas… o la simple y tozuda realidad. Tiene trabajando a toda una cohorte de voceros que tratan, con poco acierto, de desacreditar a Podemos con una sarta de calificativos contradictorios en sí mismos y a veces abiertamente absurdos. Populistas, irresponsables, radicales, frikis, nazis, bolivarianos, demagogos, utópicos, comunistas, violentos, etc., están siendo usados como munición permanente para contrarrestar el enorme apoyo popular que han logrado concitar en los escasos meses de vida de la formación. Aunque el PP cuenta con el mayor soporte mediático de la historia de la democracia para servirle de altavoz, sólo están logrando el efecto contrario, más y más adhesiones, más y más gente que se ilusiona ante el evidente daño que Podemos le ha infringido a la partitocracia de este país.

Pero el PSOE, al que se le podría suponer más tradición orgánica dada su centenaria existencia, tampoco ha tomado nota de la voz expresada en las calles y en las urnas. La forma tradicional de entender la política está sucumbiendo ante las ansias de regeneración democrática y de participación de la ciudadanía, por eso no se entiende el empeño en convocar un congreso extraordinario antes que iniciar el demandado proceso de primarias abiertas. La posible concesión a la celebración de una especie de referéndum interno donde vote toda la militancia no deja de ser un apaño orgánico para blindar los privilegios del aparato. Los barones y los popes socialistas de la vieja escuela denostan la democracia confundiéndola con «jaulas de grillos» y cosas así. Siguen sin entender nada.

Izquierda Unida se ha apuntado rápidamente a proponer nuevamente la confluencia de toda la izquierda para que juntos sean una alternativa real y plausible de gobierno. No obstante, a pesar de haber obtenido un innegable buen resultado electoral, también deberían sopesar impulsar un nuevo periodo más abierto, más participativo y más transparente. El mismo sentir que abandera Podemos se encuentra en muchas bases y cuadros de IU, no será complejo articular vías de cooperación y entendimiento. Aunque sea imposible de calibrar, soy de la opinión que la concurrencia bajo unas mismas siglas en las pasadas elecciones no hubiera sumado los 11 diputados y diputadas que tienen entre ambos partidos. Quizá sea así también en el futuro. Los programas electorales son coherentes, las visiones de la democracia pueden ser compatibles con poco esfuerzo, el método de trabajo y representación, también. Y no, no me olvido de otros partidos y movimientos que siguen dando batallas globales o sectoriales sin tantos réditos electorales o sin concurrir si quiera a elecciones. La izquierda plural —con minúsculas— es y será siempre cosa de más de dos. La unidad de acción permanente puede ser más rica y eficaz que interminables ristras de siglas para la participación en comicios.

Se avecinan tiempos interesantes. Podemos ha irrumpido como un auténtico torbellino en una habitación cerrada a cal y canto, con el aire viciado desde hace decenas de años. Quien piense que son flor de un día, se equivocan. Sólo la inercia de este gran resultado electoral va a asegurar un buen resultado en las próximas contiendas electorales que se avecinan. Los furibundos ataques de «la casta» van a proporcionar el empuje mediático necesario para hacer notar su presencia por doquier e incluso una empatía creciente. No dejo de oír a gentes en mi ámbito cercano que no votaron a Podemos en las europeas, porque se quedaron en casa o porque escogieron a otras formaciones, que anuncian a boca llena que se decantarán por ellos en el futuro próximo. Parece que, obviamente, no han tocado techo ni es fácil saber dónde tienen el listón. Cada vez estoy más convencido de que la troika de Podemos está formada por auténticos genios de la ciencia política. Su neonata formación, de impecable diseño académico ha sido más que exitosa. Los Arriolas de turno deben estar renovando el cuerpo de biblioteca o apuntándose a masters en EEUU. Personalmente seguiré observándolos de cerca con atención y curiosidad intelectual, política y mediática.

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