Podemos analizar la Semana Santa

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

Por fin es posible decir y desdecir, en esto de comentar, reflexionar o criticar la Semana Santa. ¡Por fin! podemos construir un discurso colectivo sobre que significa social y políticamente la Semana Santa.

No hace mucho esto era impensable y aún, en el Código Penal, quedan rastros de actitudes “inquisitoriales”, incompatibles con el legítimo ejercicio de expresar ideas. Concretamente el artículo 525 establece pena para aquellos que “para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”. Esta promesa punitiva, más que cortapisa a la libre expresión, se extiende también a aquellas personas que hagan lo mismo con “quienes no profesan religión o creencia alguna.” Importa, y mucho, resaltar que necesariamente debe probarse la intencionalidad de “ofender”.

Desde hace meses se viene utilizando, por sectores interesados en desprestigiar a PODEMOS, que esta formación política quiere acabar con la Semana Santa. De hecho en redes sociales políticos autodenominados “conservadores”, aventan las noticias que creen abundan en esta MENTIRA. Y es posible calificarla así, porque PODEMOS no se ha pronunciado sobre el asunto, como lo confirma reciente Sergio Pascual, diputado de esta formación política: “Por más absurdo que resulte pensar que un partido democrático pueda pretender restringir un derecho fundamental, una manifestación popular y un valor cultural, social y económico como la Semana Santa, permítanme por si acaso repetir por enésima vez que no, que Podemos no va a quitar la Semana Santa, pero que tampoco vamos a dejar que nos la quiten, porque también es nuestra.” Y prosigue: “hay un amplio margen de debate legítimo sobre la forma de gestionar nuestra fiesta para hacerla precisamente más plural, más abierta y popular, más de todos”.

En el fondo, uno de los múltiples discursos críticos con respecto a la Semana Santa parte del uso “partidario”, de la instrumentación política electoralista, de la presencia de las instituciones públicas en actos religiosos católicos. Ello apareja el uso de fondos públicos, para beneficio de la proyección mediática de políticos que utilizan la concurrencia del público en estos actos, y su reflejo en medios de comunicación, para añadir a su imagen un plus de notoriedad. Lamentable mezcla de poder político y religión que tristemente anula partes esenciales del mensaje que la rememoración de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret pretende trasmitir.

El asunto no es si PODEMOS quiere acabar con la Semana Santa, que no es así, la clave de este entramado, de intereses indignos e inconfesables, es que los políticos deben dejar en paz a la religión.

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