Escribió Ayala al respecto: “Había donde hoi los Barrios una casa de campo perteneciente a D. Juan de Ariño, chantre que era de la iglesia de Cádiz, en tierras propias, conocidas por el nombre del cortijo del Tinoco. Criaba en ella mucho ganado principalmente bacuno, i por la primavera solía venir á disfrutar la quietud i abundancia de su hacienda. Celebraba el santo sacrificio en el oratorio que allí tenía con la advocación de San Isidro Labrador; i como los vecinos de Gibraltar se hallaban esparcidos por los campos inmediatos en cortijos, molinos, viñas i otras posesiones concurrían los días festivos á oir misa en el oratorio. Convidados de la oportunidad del sitio pidieron i obtuvieron licencia para hacer casas i chozas en la inmediación, i así creció el número de los vecinos en este lugar, i aun en el territorio de Algeciras.” (Ayala, 1782: 315)
Francisco María Montero en su libro Historia de Gibraltar y su Campo (1860: 325) repite esos datos, sin ninguna novedad. Los reitera Lutgardo López Zaragoza (1899: 179), que añade como la ermita “aun subsiste en estado ruinoso”. Una Memoria anual del Ayuntamiento de Los Barrios (1959) amplía algún otro detalle de la ermita basado en la tradición local, aunque inexacto al decir sobre el cortijo de Tinoco “que no poseemos más datos que su antiquísima existencia y que sus primitivas dueñas construyeron junto al mismo la Ermita de San Isidro Labrador, patrono del pueblo”. Añade que en esa época el cortijo pasó a propiedad de Juan de Ariño, dato inexacto en su cronología (1716), igual que esas supuestas “primitivas dueñas”. Por último sitúa aquella ermita en la plaza de San Isidro, donde solo conservaba su silueta exterior, pues su propietario, José Salazar Roncero, instaló allí una tahona y sus almacenes.
En mi manuscrito infantil Biografía de Los Barrios (1964), resumí algún dato anterior sin aportar novedad. Igual haría Juan Gutiérrez García en su Historia del pueblo de Los Barrios (1981: 6), quien apunta que “aunque transformada, en horno para panadería, conserva algunos vestigios como tal ermita, puesto que, por la parte lateral de la derecha, se observan en sus muros unas ventanas circulares que, demuestran la construcción de la misma”. José Gutiérrez García en su Iglesia Parroquial de Los Barrios (1989: 18), hizo algo parecido y repite el error de las “primitivas dueñas” y también que Juan de Ariño les compraría el cortijo en 1716.
El libro Los Barrios (1984: 46) coordinado por Ramón Corzo Sánchez y publicado por la Diputación de Cádiz, sin citar su fuente da una interesante novedad al comentar que muchos de los objetos religiosos extraídos de Gibraltar se dieron a las ermitas de San Roque, en la población homónima, y a la de San Isidro, en Los Barrios. La fuente omitida de esos datos era sin duda el libro La Parroquia de Gibraltar en San Roque (1976) de Rafael Caldelas López, que indagó en el Archivo Diocesano de Cádiz y dio una destacada aportación hasta entonces ignorada, que, aunque dedicó su principal atención a Gibraltar y San Roque, aporta también alguna novedad al documentar que algunos enseres religiosos extraídos de Gibraltar fueron repartidos entre las ermitas de San Roque y Los Barrios y además documenta la inauguración de la nueva parroquia (1760), que sustituyó a la ermita (Caldelas, 1976: 114, 167, 442)
Por mi parte, debo añadir que, tras trasladar mi residencia definitiva a Málaga (1974), olvidé mi lejana afición por la historia de Los Barrios. Pero un suceso fortuito en mi actividad docente malagueña (1984), de nuevo despertó mi interés por la historia de mi pueblo natal, consultando al respecto algunos archivos a mi alcance, cada vez que tuve ocasión.
Fue la lectura del citado libro de Caldelas y del catálogo de la documentación gibraltareña del Archivo Diocesano de Cádiz, publicado por el canónigo Pablo Antón Solé (1976), junto a la facilidad del párroco Dámaso Piña Fernández para consultar el Archivo Parroquial de Los Barrios, lo que me hizo aplazar otras investigaciones iniciadas y dedicarme al origen de la ermita de San Isidro. Dicho párroco me sugirió escribir un folleto de la ermita para repartirlo en la Parroquia por fotocopia. Comencé a redactarlo con la documentación que tenía, pero el resultado superó con creces la dimensión del folleto que el párroco pretendía.
Entonces, mi amigo Manuel Jesús Fernández Cordero, sabiendo que lo redactado contenía importante información del cortijo de Tinoco, que pertenecía a la familia de su esposa, me propuso que, si le daba un presupuesto pequeño, la Peña de los 15-V, de la que entonces era presidente, me lo publicaría. Por ello, yo mismo escribí y maqueté modestamente el texto para que su publicación resultase lo más económica posible.
La publicación de mi libro La antigua ermita de San Isidro (1989), pese a su humilde presentación y a diversas lagunas que no indagué con las prisas de su redacción, pronto, por la amplitud y novedad informativa, se ganó el respeto y admiración de los lectores interesados, entre ellos los sacerdotes Rafael Caldelas y Martín Bueno Lozano, reconocidos investigadores sobre el particular. Rápido se agotaron los 500 ejemplares publicados y me negué a una nueva edición, sin investigar las lagunas pendientes con más tiempo. Pero atendí una petición de Ramón Chamizo para publicarlo por capítulos en uno de sus periódicos. Posteriormente para facilitar la consulta a quienes no poseían el libro, lo digitalicé en PDF y lo subí a internet, donde se puede consultar libremente escribiendo en Google el nombre completo del libro: “La antigua ermita de San Isidro en Los Barrios”, que remitirá al correspondiente PDF del portal Academia.edu, donde lo tenéis a disposición, si hay interés en conocer aquella ermita.
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