El homenaje destacó no solo por la trayectoria profesional de Galván, sino también permitió a los asistentes acercarse a su faceta más personal. A través del acto, se exploró a fondo el lado humano del torero, con reflexiones y testimonios que desvelaron la profundidad de su carácter y la conexión empírica con su vocación.
Galván, por su parte, mostró su emoción y gratitud ante tal reconocimiento, señalando que “es una motivación tremenda el sentir la ilusión con la que me han recibido en las distintas plazas tras mi paso por San Isidro”
El evento fue clausurado con la entrega del precioso trofeo que otorga el Ateneo con la figura de Don Quijote de la Mancha.
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