La nueva cara de la prostitución

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Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

La profunda crisis económica que sufre España, no sólo tiene reflejo en el aumento del desempleo y la miseria, sino que también afecta a la estructura social y las expectativas de vida. Unas expectativas que en muchas ocasiones no son agradables y rayanas en la legalidad y la moralidad de más de uno. Cuando la necesidad aprieta, cuando la vida te pone al límite, a todo se le pone un precio.

La Unidad Central contra las Redes de Inmigración y Falsedades Documentales de la Policía (Ucrif) ha llamado la atención sobre el aumento paulatino en estos tres últimos años de españolas ejerciendo el oficio más antiguo. La nueva cara de la prostitución en España son las nacionales, generalmente abocadas a prostituirse por la falta de expectativas laborales y la falta de recursos. Un dinero rápido que está llevando a muchas señoras a alquilar su cama y cuerpo para abordar los gastos cotidianos, llenar la cesta de la compra o pagar la temida cuota hipotecaria, muchas incluso con consentimiento y conocimiento de sus parejas. Además, la horquilla de edades es amplia, desde cincuentonas hasta chicas jóvenes, que en muchos casos acceden a las redes de trata de blancas para costearse sus estudios o los gastos familiares – muchas son madres solteras o separadas sin recursos. La crisis no distingue entre sexos y estatus. La puta desdentada de polígono, que se gasta todo por la nariz o las venas, ha dejado paso a un elenco social amplio, que va desde tu vecina binguera a la joven azafata de congresos y eventos, que lo mismo te sirve un café, que te hace un “trabajo manual”, eso sí, por un importante caché.

La necesidad de dinero en muchos casos, o el mantenimiento de status, en otros, está provocando que numerosas jóvenes españolas caigan en las redes de prostitución, acaparando un mercado que antes era de brasileñas, colombianas, dominicanas o paraguayas. Los cronistas del puticlub prefieren el “producto nacional”, aunque la mayoría ejerzan en la intimidad de viviendas particulares. Como revela Médicos del Mundo, más del 10 % de las meretrices actualmente son españolas, por detrás de las sudamericanas, subsaharianas y chicas del Este de Europa. También esta ONG ha podido comprobar que la crisis está provocando una bajada gradual de los precios por servicio, y que muchas españolas que habían conseguido salir de ese oscuro mundo, han tenido que volver de nuevo por culpa de la dificultad de inserción en un mercado laboral desolador.

España es el tercer país del mundo con mayor demanda de prostitución, lo que ha provocado hasta ahora la proliferación de mujeres de diferente nacionalidad. Con la crisis se está produciendo un éxodo de meretrices – muchas españolas – que se van a prestar sus favores a Francia, Alemania o Suiza, mientras que otras pretenden ocupar las plazas vacantes a precios de saldo. Así ocurre por ejemplo con las subsaharianas, que pasan un auténtico quinario antes de pisar el suelo patrio, con abusos sexuales, abortos, palizas y embarazos no deseados, propiciados por redes mafiosas que las traen engañadas desde países como Nigeria, Mali, Congo y Camerún. Otro colectivo importante es el de las mujeres del Este y rumanas, que lo mismo mendigan que se prostituyen, aunque las que quizás pasen por mayores abusos sean las chicas chinas y orientales, que en los suburbios y polígonos de nuestras ciudades, les están quitando la cartera de clientes a rumanas y yonquis españolas. Además – como denuncia Médicos del Mundo – estas chicas orientales – en muchos casos son menores de edad – no sólo pagan un alto precio por su viaje a Europa, sino que son utilizadas como “esclavas sexuales”, siendo obligadas a realizar prácticas sexuales sin medio profiláctico alguno, para que el cliente pagué más por el servicio.

España con la crisis está entregada en cuerpo y alma. No se que será peor, vender el cuerpo, o vender el alma. No obstante, aquí hay costumbre. El país siempre ha sido tierra de rameras, y hoy más que nunca de hijos de éstas. Ya decía Don Quijote que siempre es necesario el alcahuete, pues “ es oficio de discretos y necesarísimo en la república bien ordenada ”. Unos alcahuetes y prostitutas que generan una economía sumergida de 46.000 millones de euros anuales, junto con el contrabando y narcotráfico ( 4,5% del PIB español ). Las cifras son enormes, y no hablamos de Producto Interior Bruto y prostitución por capricho, ya que como ha indicado Eurostat, a nivel mundial se está pretendiendo evaluar y contabilizar todas las actividades económicas, incluidas las ilegales y alegales, como es la prostitución. EEUU ya inició este proceso en agosto de 2013, y ahora les toca al resto de estados europeos, que lo tienen que tener claro a partir de otoño de este año. Este nuevo Sistema Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales (SEC 2010) pretende contabilizar actividades que hasta ahora no se tenían en cuenta, como el gasto en investigación y desarrollo o en armamento militar, ó aquellas actividades de la llamada “economía sumergida”, tales como el contrabando, tráfico de drogas y armas o la prostitución. Este modelo contable europeo viene impulsado por las políticas neoliberales que sólo miran el dinero, no preguntan por su origen y además desprecian las personas. Es un SEC teledirigido por las últimas recomendaciones de la ONU y el G8 que consagra el viejo dicho del emperador Vespasiano: “El dinero no tiene olor”.

España deberá cambiar por tanto sus estadísticas, tendrá que computar entre otros gastos los que se van “en putas”, y además lo deberá tener previsto a partir de septiembre. Países como Estonia, Austria, Eslovenia, Finlandia, Suecia y Noruega ya venían recogiendo en sus cuentas públicas el impacto de estos sectores, y otros como Reino Unido se han apresurado a lanzar la cifra de 10.000 millones de libras anuales (12.300 millones de euros) – unas seis décimas de su PIB. El problema de España es complicado a la hora de contabilizar ese dinero negro, aunque cuenta con el retraso que sobre el proyecto va a producir Francia, que acogiéndose a la normativa comunitaria, entiende que sólo deben incluirse en el PIB de los países, aquellas actividades en las que los dos actores actúen de forma voluntaria, en las que la transacción entre cliente y consumidor sea consentida, y en la prostitución no existe esa “voluntariedad”.

Además de contabilizar el volátil dinero de la prostitución, nuestro país tiene aún que cumplir con la reforma penal que desde Europa se pide. Desde la Comisión Europea se nos ha llamado la atención por no haber adaptado aún la Directiva 11/36/UE, que obliga a cambiar los códigos penales de los países miembros, para que la captación, rapto, traslado, amenaza y engaño, que conduzcan al abuso sobre un individuo, se tipifiquen como delito. Esto no se ha hecho, como tampoco se ha endurecido la pena por tráfico de personas, propuesta hasta un techo de diez años de prisión.

Nuestro país crítico y corrupto, vive más que nunca de las fulanas, y sufre más que nunca las “putadas” de los que esconden los dineros del pueblo en los paraísos fiscales, y mientras la población dormida alquila sus manos, cabeza o trasero por un mísero sueldo. No nos debe pues extrañar los concursos de felaciones a cambio de copas en Magaluf o que nos hayamos convertido en el paraíso de los pedófilos y los puteros. En España vamos a terminar haciendo del mamading deporte nacional, cuando no trabajar por un bocadillo. Mientras no cambien las cosas – como dice mi paisano Melendi -, nuestra esperanza no es mas que una puta que esta en el Retiro. La picaresca, la descarnada vida de la Lozana Andaluza de Delicado, vuelve a patear de nuevo las calles, aunque si entonces fue la sífilis la que destrozó la nariz de Aldonza, hoy son los desahucios, la miseria y las sustancias psicotrópicas, las que terminan pudriendo tabiques nasales y destrozando vidas.

“ Para vivir se necesita poco, para morir nada ” – “Memorias de una Prostituta”- Anne Smith.

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