Knowmad: El Trabajador del Futuro

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Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

 

Quizás se nos antoje un atrevimiento aventurar cómo será el futuro, qué prototipo de persona, que perfil profesional será el que triunfe en el complicado mercado laboral. Para teorizar sobre esa difícil empresa tendremos que acudir al consejo sabio de los expertos o de esas musas que gobiernan nuestro sino. Habría tal vez que apostar por ese futuro que florece en el corazón de la acertada disidencia, ajena al aborregamiento reinante que nos hiere y debilita como sociedad e individuos. La misma que yace cada noche en la cama del saber, una señora muy respetable en horas bajas, que te hace el amor susurrándote al oído logaritmos neperianos, los milagrosos procesos celulares de meiosis y mitosis, el gran valor de la Filosofía e Historia o lo importante y sano que es soñar. Predecir sobre cómo será el futuro trabajador siempre resulta complicado, comprometedor, incluso paradigmático, y más cuando lo que hoy abunda es la ausencia de empleo, la precarización del trabajo, la erradicación de derechos y libertades, el triunfo de los mediocres, frikis y vividores, en un mundo colmado de traiciones, hijos de puta y latrocinios varios que están vaciando de valores y moralidad nuestra sociedad, siempre con la disculpa de una pátina de falso progreso. Muchos pensaréis cómo pronosticar sobre un futuro cuando no atisbamos un presente.

Ante las fatalidades debemos buscar siempre la luz al final del túnel. El optimismo nos guiará hasta la esperanza, pilar de esa combinación amable de Libertad y Conocimiento que obra grandes milagros y gana batallas que parecían perdidas. En esa senda novedosa en la que cada uno de nosotros rige su propio destino, ajena a tramas políticas, clientelismos, hipocresías y nihilismo peligrosos, encontramos el término “knowmad”, un neologismo compuesto por la combinación de las palabras “know” (conocer, saber) y “nomad” (nómada), y que sirve para calificar ese nuevo perfil de profesional del mercado laboral del siglo XXI. Creado por John Moravec, “knowmad” engloba a esos trabajadores que, teniendo en cuenta el futuro cada vez más complejo y ambiguo, atacan la temporalidad laboral, la inestabilidad social y la movilidad geográfica erigiéndose en líderes de sí mismos. Estamos hablando de trabajadores neorenacentistas, que valoran el poder de expansión del conocimiento a través de las redes sociales a escala planetaria, el valor de la marca personal, la necesidad del cambio social y económico sobre nuestras vidas y entorno natural. Personas comprometidas que se caracterizan por ser innovadoras, creativas, capaces de trabajar en colaboración con otras personas físicas o jurídicas, en cualquier momento y lugar. Sin miedo al fracaso o a la experimentación en nuevos campos de conocimiento.

Un “knowmad” siempre está aprendiendo. Es valorado por su conocimiento personal, lo que le proporciona una ventaja competitiva con respecto a otros trabajadores. Su figura se dejará notar cuando de aquí a 20 años la mitad del empleo sea copado por robots y sistemas tecnológicos, y nos encontremos ante una sociedad ociosa y sofisticada en los países más avanzados, mientras que un gran grueso de población en los países tercermundistas lucharán por un nuevo progreso, a pesar de la falta de recursos, los efectos negativos del cambio climático y la superpoblación. El conocimiento y la experiencia nunca podrán ser sustituidos por máquinas. En los futuros trabajadores, nómadas del conocimiento y la innovación, la capacidad de adaptación será clave. El ser flexible con una base de confianza en los saberes que uno alberga será la carta de presentación del futuro trabajador ante las empresas. La semilla ya está germinando. Estos perfiles ya se están creando, muchos de nosotros ya los poseemos, y lo más curioso es que no somos conscientes de ello, de nuestro potencial. El saber, la curiosidad incansable y ese don de creatividad serán la marca personal del futuro profesional. Esa mochila que te cuelga la vida y el tiempo a la espalda por fin dejará de ser envidiada y ninguneada por los inútiles y mediocres para pasar a ser valorada en el mercado laboral venidero.

Los expertos predicen que el mundo tendrá forma de reloj de arena, donde las nuevas tecnologías, la globalización y la hiperconectividad formarán parte del tramo superior de la pirámide. El futuro de cada persona no dependerá del entorno de nacimiento y de crecimiento, sino de las ganas que cada uno tenga de ascender en el mundo laboral. Se pretende elevar a su máxima esencia los derechos a la educación y vocación, tan desterrados y pisoteados por las actuales políticas conservadoras y retrógradas. Desde la libertad de cada persona se quiere promover la idea de que el aprendizaje debe ser el resultado de la acción e interacción en un proceso continuo, flexible y adaptado a las necesidades cambiantes del mercado laboral que nos aguarda. El trabajador del futuro estará marcado por un “aprendizaje invisible”, en palabras de Juan Cristóbal Cobo, que servirá para reformular el desarrollo del capital humano con la realización del potencial humano.

La edad, el lugar o las circunstancias no serán motivos que impidan a cada persona convertirse en ese nómada de pensamientos y experiencias o “konwmad”. Aunque es obvio que tendremos que giran 360 grados nuestra política e intereses prostituidos para no vernos descolgados de esta predicción de futuro, tan intangible como interpretable. El triunfo del saber y el valor de la experiencia desterrarán la timocracia actual que gobierna nuestras existencias en favor de la meritocracia, en un proceso que tendrá que acabar para siempre con los regímenes políticos, económicos y sociales corruptos fundamentados en roles sociales interesados e impuestos donde se favorece la generalización de la ignorancia. Para llegar a ser trabajadores con conocimientos y experiencias propias, flexibles y adaptables al nuevo mercado laboral, se necesitará no seguir las políticas educativas actuales y rescatar la libertad que nos han arrebatado. Apostar por el conocimiento y la experimentación frente a la instrucción y el adoctrinamiento. La Libertad de Pensamiento, lejos de modelos sociales impuestos, es la base del Conocimiento y la Educación. No puede existir conocimiento y experiencias si se carece de libertad y el sistema educativo está adulterado. No podemos olvidar que en nuestro país sigue vigente la genial frase de Don Gregorio (Fernando Fernán Gómez), en la inolvidable película “La Lengua de Las Mariposas” ( 1999 ): “En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico. Y en cierto modo lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro: Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro.”

Desde la Libertad el trabajador del futuro será artífice de una nueva revolución social y económica sin derramar una sola gota de sangre, por encima de voceros y derrotistas. Sus propios conocimientos y experiencia serán su marca personal, intransferible y vívida. Un ciudadano del mundo que tiene la patria en sus zapatos y la obligación de proteger su entorno social y natural; alguien que aprende más de sus errores y derrotas, que de sus aciertos y victorias. Un nómada que traza su propio sendero sobre la inmutabilidad del constante cambio que rige este mundo, siempre pertrechado con ese arco enorme de conocimientos con alma de madera, y esa flecha certera, cargada de experiencias únicas, verdad relativa y libertad inusitada, hija del conocimiento y la observación.

Por favor, nunca lo olvidéis: “Nuestro futuro es nuestro, no de otros”.

“La economía de la oferta y demanda de Adam Smith se descomponen en la economía del conocimiento libre, donde la oferta de conocimiento no es agotable”.

John Moravec.

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