Inmigración un nudo gordiano

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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

Los fenómenos migratorios siempre han estado a la orden del día en la historia de la humanidad y siempre se han desarrollado en función de la presión que se ejercía sobre los grupos humanos para que tuvieran para abandonar los lugares que venían habitando. Sea por la fuerza de la naturaleza, sequias, inclemencias del tiempo, que afectaban a plantas y animales, o fuera por las invasiones de otros grupos humanos que devastaban los escasos medios de vida que tenían, las poblaciones residentes durante décadas, incluso generaciones, se ponían en marcha emigrando a otras partes del mundo. Nada nuevo bajo el sol cuando de emigraciones se trata. Nuestra especie es especialista en esto de emigrar, ya que ha ido lenta pero inexorablemente afincándose en todas las latitudes, incluso en aquellas más inhóspitas, y no contenta con el planeta tierra, ya acaricia migrar hacia otros planetas.

Lo que es actualidad es la intensidad con que se producen los flujos migratorios y el papel que en estos juegan los intereses de las grandes fortunas y corporaciones. Guerras, hambre, epidemias, presionan con tremenda fuerza al más calmado a encontrar una tierra donde vivir humanamente hablando. Parece que en estas presiones nada tienen que ver los enormes centros de poder mundial. Porque esto de viajar de cualquier forma, incluso perdiendo la vida en ello, formaría parte de lo que el liberalismo llama “ libre libertad de quien decide irse para salvar la vida”.

Tremendas injusticias que no por conocidas parecen tener remedio. Sobre todo cuando los gobiernos Europeos, presionados por la escandalosa cifra de ahogados frente a Sicilia, se reúnen para “tomar medidas” en lo que Rajoy dice “hora de actuar”. Y claro que analizan la causa de tanta muerte y llegan a la conclusión de que algunas muertes son necesarias para que cunda el pánico y desistan de embarcar desde Libia hacia Europa. Como si la persona emigrante no trajera suficiente miedo en el cuerpo, en su huida a través de medio continente africano y la travesía del inmenso desierto del Sahara.

Actuar en el origen de tanta presión migratoria parece ser la única forma de reconducir esta escalada de muertes asesinas. Y para ello en lugar de medidas policíacas es precisa más inteligencia, para conocer quiénes están detrás de tanta mafia controladora del tráfico humano de emigrantes. Para conocer quiénes son los que se enriquecen con las guerras locales, los conflictos armados, las hambrunas y las emergencias sanitarias epidémicas. Para conocer quienes ganan dinero con los tráficos y la venta de armas. Conocer mejor permitiría encontrar los extremos de este nudo gordiano que se ha ido confeccionando para hacerse de oro a cambio de muerte y desesperación. Y una vez conocido a desatar y con rapidez y mucho mejor “antes cortes que desates”, como hizo Alejandro en el 333 antes de nuestra era. Porque no es tiempo de actuar, sino de “cortar con tanta barbarie”.

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