NOVENA PROVINCIA

La pandemia es global

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La India está viviendo una situación epidemiológica terrible que está costando miles de vidas. Más de tres mil diarias. Y cientos de miles de contagios. Se han llegado a sumar, en una sola jornada, algo más de 350.000. Las piras funerarias en mitad de la calle forman parte del escenario cotidiano en grandes ciudades y pueblos de todo el país. Estremece ver por televisión las imágenes que nos llegan desde el gigante asiático, cómo tienen que recibir el oxígeno los enfermos (si es que hay disponible) y la saturación de los centros sanitarios que enloquece a propios y extraños.

Todo parece indicar que una variante del Coronavirus aparecida en ese país es la predominante y es capaz de contagiar con más rapidez, acumulando, además, una enorme carga viral en los enfermos. Y todo indica que las decisiones del presidente indio, Narendra Modi, un populista que ha permitido una relajación excesiva entre la población buscando réditos electorales, se ha convertido en un desastre. Los test de diagnóstico son escasos y no existe una estadística trasparente sobre los enfermos y muertos que se acumulan por todos los rincones del país. Los datos que se manejan podrían ser erróneos y los muertos podrían muchísimos más.

Desde todo el planeta, es necesario que se envíen materiales sanitarios y vacunas para detener esta ola brutal que afecta a un territorio con 1.366 millones de habitantes y un sistema sanitario muy deficiente.

Resulta paradójico que India sea el mayor fabricante de vacunas del planeta y que solo un 10 por ciento de su población haya sido vacunada hasta este momento. Está claro que la vacunación de los seres humanos de todo el mundo es prioritaria siempre para los países más ricos. En Occidente, el reto actual es lograr igualar el ritmo de vacunación en todo el mundo. Si no se hace así, se pueden producir situaciones muy peligrosas para todos. Las variantes del coronavirus que se hagan más fuertes frente a las vacunas existentes pueden convertirse en un auténtico desastre para todo el mundo. Y por supuesto, moralmente es inaceptable que solo unos puedan vacunarse y otros estén condenados a vivir una pandemia eterna. Y, desde luego, médicamente, sería una torpeza no plantear la vacunación global como el único remedio posible. La aldea global lo es para lo bueno y para lo malo.

Es necesario tomar medidas y aplicarlas.

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