A mi admirado Félix Rodríguez de la Fuente


>
 

Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho

Hacía bastante tiempo que tenía ganas de dedicarle unas palabras al gran divulgador, a ese rotundo naturalista, enamorado de la vida y amante de los animales, mí querido y admirado Félix Rodríguez de la Fuente. Ahora que se cumplen 34 años sin su voz, sus imágenes y legado, siguen palpitando en los corazones de todos los que crecimos con sus documentales sobre la naturaleza, asimilando sin ser conscientes de ello, el saber y el amor por todas las infinitas formas de vida que alberga una Naturaleza, cada vez más acorralada y castigada. Nos descubrió un secreto mundo en imágenes de paisajes, estaciones, plantas y animales, del blanco y negro al color, aderezado con sus juglarescas palabras, que siempre escondían un mensaje, una moraleja, en la historia trófica y cíclica que rige la efímera existencia de todo ser vivo. Imágenes impactantes, narradas como un cuento, con un mensaje conservacionista que marcaría para siempre varias generaciones de españoles, y que siempre han llenado el corazón de quien ahora os escribe.

En una época en la que en España no existía aún una clara conciencia ecológica, la influencia de Rodríguez de la Fuente fue decisiva en los primeros pasos para la defensa medioambiental y conservacionista. No sólo nos mostró el conocimiento a través de la radio o la televisión, el “fenómeno Félix” forjó una corriente de amor a la naturaleza y a su defensa que traspasó fronteras. Su figura e influencia por entonces hicieron cambiar la política del ICONA – Instituto para la Conservación de la Naturaleza – y la imagen social negativa de rapaces y grandes predadores, como demostraría con la eliminación de las llamadas Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza. Además, en su incipiente labor divulgadora, ayudó a crear la delegación española del Fondo Mundial para la Vida Silvestre – WWF, siendo vicepresidente de ADENA, y auspiciando la creación de espacios naturales protegidos por todo el territorio español, como el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega ( 1975 ), que alberga la mayor población de buitres leonados de Europa.

Si los ingleses tienen a David Attenborough y los franceses aún recuerdan a Jacques Cousteau, nosotros tuvimos a nuestro Amigo Félix. Gran parte de su legado perdurará para siempre en la famosa serie de TVE, “El hombre y la Tierra”, que ostenta el gran honor de ser la mejor producción de la historia de la televisión en España, elegida por la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión. Quien no recuerda la cabecera del programa y la mítica sintonía de Antón García Abril, que hacia volver la cabeza a todo el mundo, que arremolinaba a todos frente al televisor. Eran tiempos felices, con otros valores, donde se esperaba algo más, tras el bello amanecer sobre la dehesa que abría cada episodio. Con 123 programas, fue una producción en su día pionera en técnicas, emitiéndose desde 1974 hasta 1980. Unos 26 minutos de duración por capítulo, narrados por la inconfundible voz de Félix, en la que se trataba la fauna ibérica, pero también la de otros lugares, como la de Venezuela o Canadá.

Cuando supe de su muerte, confieso que lloré como tantos jóvenes por entonces. Se había muerto una figura insustituible en la divulgación y defensa de la naturaleza, que ya formaba parte de nuestras casas y vidas cotidianas. La muerte, paradójicamente en su 52 cumpleaños, le sorprendió en pleno círculo polar ártico, rodando la famosa carrera de trineo de perros de Iditarod – “National Eskimo Dog Race Contest”. Un aciago accidente de avioneta acababa con la vida de Félix, el piloto y sus cámaras Teodoro Roa García y Alberto Mariano Huéscar. Ya no podría filmar los albatros de la Isla Córdoba – Alaska, ni hacer el reportaje que tenía previsto sobre las Islas Aleutianas. Su cuaderno de campo permanecería desnudo de dibujos y apuntes para siempre, flotando en la memoria de lo que puso ser, tantos proyectos y episodios dormidos eternamente.

Como Charles Darwin dijo: “El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del  hombre”, y Félix gozaba de ese atributo. Quizás por el destino, las vivencias o el lugar de nacimiento, quizás por un connubio de razones, Félix se convirtió en un naturalista vocacional que nos descubrió la cara noble del hermano lobo, la majestuosa presencia del águila imperial, el secreto mundo del lirón careto o del desmán de los Pirineos, el rito solar del águila culebrera, el cortejo del urogallo, la fuerza del oso pardo, la astucia infinita del zorro, la carrera incesante de los muflones… desde el intrincado bosque mediterráneo hasta los fríos bosques caducifolios del norte, desde el Cerro Autana hasta el Yucón… . Son tantas las imágenes y enseñanzas del maestro, que me faltaría espacio para citarlas.

Pienso que en esta crisis económica y política, que nos transforma, que ha hecho mella en nuestra moral y valores, recordar a Félix, es un canto irreverente a la vida y la curiosidad infantil, a esos valores que hemos olvidado, arrinconados, devorados por un materialismo que nos esclaviza. Él pertenecía a esa raza de hombres que tanto valoraban la vida que por ella dieron la suya. Como él decía: “En plena orgía de domesticación, el hombre domesticó al propio hombre. Un profundo abismo separó lo salvaje de lo doméstico: lo libre de lo que tenía dueño. El hombre rompió el cordón umbilical que le unía a la madre Naturaleza”. Desde entonces, olvidando lo que hemos sido, somos parias domesticados y huérfanos de valores y sueños, construyendo y demoliendo cual termitas, esa “roca redonda, inmensa, con corazón de hierro y basalto, una roca con piel de agua y de nubes, una roca con voz de trinos de pájaros y rumor de brisa”.

Tras andar tantas veredas y sumergirme en muchos mares, después de cientos de dibujos, fotografías y amaneceres, las imágenes de este maravilloso mundo en el que moramos, se entremezclan con las tuyas en mi retina. Después de todo el camino recorrido y tantas preguntas sin respuesta, he de decirte amigo Félix, que tenías razón, la vieja tronca era todo un ecosistema en miniatura, un hermoso y complejo concentrado de biodiversidad, que no cejamos de admirar y al mismo tiempo destruir. Como tú decías, todavía no nos hemos enterado que lo importante, que “la energía más sagrada, más inviolable, que se mueve sobre la corteza de este planeta, es la vida. Y la luz de nuestro planeta es la luz de la vida”.

“Yo creo que el alma, el espíritu de todos los seres humanos, forma un tejido poderoso que envuelve todo el planeta, y que de alguna manera es el que pervive. Yo creo que quien aporta más a esa alma colectiva, a ese acerbo colectivo, a ese ser vivo palpitante y palpable que es el ente de la cultura viviente universal, de alguna manera pervive, y de alguna manera obtiene un billete para la eternidad”.

Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, naturalista y amante de la Naturaleza ( 1928 – 1980 ).

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
02 mayo 2024 | Rafael Fenoy Rico
Mas que techos, se derrumban en la Piñera
 
02 mayo 2024 | José Antonio Hernández Guerrero
Una amable invitación a la aventura, al diálogo y a la conversación
 
29 abril 2024 | Eduardo Briones
Casas cuevas