Monte de la Torre

Carta a un maltratador


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Mi vida, en aquellos años, fue un viacrucis, tú, terrible energúmeno, engañador y ladrón, aniquilaste mi personalidad. Mis ojos enamorados de ti , cautivados por tu físico que escondía la mayor de las vilezas. Tus modales correctos eran engañosos fingiendo y ocultando la maldad, fondo putrefacto y vicioso. Tus músculos no eran para ayudarme a levantarme de cualquier caída, por contra los usaste para hundirme en terrible depresión sentimental e, incluso para usarlos como martillo y barrotes para encarcelar mi libertad.

Aquellos besos, que yo creía eran de amor, resultaron ser abrasadores pues tatuaron mi piel pero de moratones . Tus caricias se tornaron en golpes del más terrible dolor.
Celoso, posesivo… Quién eres tú para creerte dueño de mi persona!!

Quisiste apretar tanto los eslabones de tu cadena , me deseaste amarrar tanto a tu persona que lo que conseguiste fue que rompiera con todo. Tú que te creías que las mujeres éramos débiles, sumisas… con tu cruel comportamiento me hiciste fuerte, tan fuerte que nunca pensé que en mi ser se gestara tanta valentía. Deseaste amordazarme , silenciar mi boca para que no pidiera social ayuda pero hoy, maltratador, con esa forma de actuar más grito y proclamo y no demandando socorro, mas si reclamando que la sociedad no dé la espalda a la cruda realidad que se vive en muchos hogares que, como pasaba en el mío, no era una casa normal, sino una prisión , una mazmorra, celda en la que estaba encarcelada la libertad de una mujer que en la calle creían que eras su compañero y todos ignoraban que , cual bestia, eras mi terrible vigilante, el hombre que me amedrentaba y en la vida pública esbozaba una sonrisa a la que yo temía porque ese rictus era de desprecio , de arrogancia y machismo.

Suerte que, al no tener hijos, no hubieron de vivir el calvario que supone ver sufrir a una madre y ellos quedar traumatizados para siempre A mis padres, pobres y amados progenitores, a ellos, antes de verles secaba y enjugaba mis lágrimas y fingía, callaba porque cuando una mujer está dolida intenta que sus familiares no sufran . Aunque es difícil engañar cuando tu mirada está sin luz, cuando tus párpados se bajan cual persiana porque lo que quieren es disimular el insomnio en la más penosa noche.

Malvado, querías tenerme enclaustrada, enterrada viva y cuando llegabas no solamente me aplastabas con tu vozarrón de insultos; si yo intentaba defenderme con mi palabra de tu lengua de víbora; entonces, no viendo suficiente la denigración psíquica, recurrías a golpearme. Era una víctima que creías silenciada pero no sabías que las mujeres tenemos muchas cualidades y somos entregadas y abnegadas pero, cuando nos humillan nos levantamos cual tornado y toda aquella humildad y sumisión se convierte en ciclón.

Fueron tantas las lágrimas que creí que mis ojos ya no podrían derramar más.
¡ Aquello fue un viacrucis!

Pero…Un día, antes de fenecer, resucité , desperté de lo que era cruel pesadilla; abrí por fin la ventana pero no para arrojarme por ella, lo hice para que entrara el rayo de luz que te descubrió porque socialmente quedaste en evidencia, cosa que te dolió enormemente pues ,dado tu estatus social querías hacer ver que eras un “caballero”, y salió mi voz denunciando que era víctima de tu maltrato y acoso.

Me liberé. Perdí la onerosa carga que sufre la mujer que por social miedo no proclama a cuatro vientos que sufre.

Hoy en el Día de la Mujer, aunque vivo en una casa que no es mía, la de acogida, me siento muy a gusto porque de nada sirve compartir techo con quien puede ser tu mismo verdugo, con un ser como tú que ve a la mujer como un objeto de capricho y cual jarrón bonito que decora sus manteles de antojo; y, en cualquier momento, de ráfaga iracunda lo rompes.
¡No, ser indigno! La mujer no es una figurita de porcelana, somos seres humanos con derechos y tenemos un corazón que no puede ningún ogro pisotear.

Esta misiva es proclama para que en ningún palacio ni cabaña haya mujeres cautivas .
Recordad tú y los de tu catadura, aquello fue para mí un viacrucis, pero nuestro grito de denuncia son llaves para liberarnos de las esposas que nos ponéis fingiendo cariño y solamente son argucias para conseguir vuestro objetivo, humillar y esclavizar a la que nunca podréis menoscabar, a la MUJER.

Que la perenne primavera que debe suponer la convivencia en pareja nunca sea invadida por el más gélido y crudo invierno del déspota y egoísta maltratador.

Gritemos todas al unísono: ¡¡Que no amordacen nuestras bocas, ni nuestra sangre sea un río que clame . Nuestra dignidad es la flor de la humanidad y nuestra fuente de vida no puede ser cegada o secada por prototipos tan viles como tú, seres que no tienen nombre y si todos los descalificativos de desprecio.!!

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