Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación CGT
El culto a los muertos es un aspecto esencial en cualquier cultura que se precie, desde hace decenas de miles de años. Los hallazgos importantes en arqueología casi siempre han sido tumbas o enterramientos, desde donde ha sido posible conectar con elementos culturales de indudable valor para conocer cómo vivían aquellos que fenecieron. No deja de ser paradójico que precisamente la muerte nos revele mucho acerca de la vida. Los cultos a los muertos, en las diversas culturas, transitan toda la historia de la humanidad. Una de las referencias más antiguas de la que tenemos conocimiento es la necrópolis de UR, donde quedan muchas preguntas que contestar, a pesar de siglos de investigaciones. Sin embargo la conexión con el presente sigue siendo muy fuerte. La naturaleza humana parece que ha cambiado muy poco en casi 5000 años. Como ejemplo macabro podemos referirnos al túmulo PG 1273 llamada Fosa de la Muerte, donde se hallaron 77 esqueletos de mujeres, enterradas frente a unos personajes de la corte. Imágenes de una larga procesión, donde ellas portaban copas ¿Envenenamiento quizás? Se encuentran copas entre las manos de los cadáveres, no obstante algunos de los cráneos estudiados presentan fuertes golpes efectuados con martillos. De hecho seis cadáveres eran de soldados.
En un ahora, agónico, la fosa del Marrufo, en la cercana Sauceda, al norte de Jimena, muestra centenares de cadáveres brutalmente golpeados por las balas asesinas. Los cadáveres de estas personas, nos hablan de la tragedia y permite comprender, a través del monstruoso acto, que los que hicieron esas barbaridades, muchos de ellos han vivido entre nosotros sin ni siquiera sentir remordimiento, sacrificaron las vidas de los otros ante el altar de la tiranía. El pensamiento único es muy, pero que muy peligroso. La prueba la tenemos en los miles de fosas repartidas por toda España. No olvidar es la mejor prevención para evitar repetir estos abominables actos. Recordar, guardar en la memoria, es la mejor garantía de que nunca más se repita. Que nadie nos cuente el cuento de “ la verdad”, porque esa “verdad”, negará a las otras y la tentación de imponerla como “única”, legitimará la eliminación, no sólo de las ideas diferentes, sino incluso el sagrado receptáculo que las alberga: La mente humana, la vida humana.
Por ello sigue siendo necesario que la civilización mantenga el culto a los muertos. A todos los muertos. Ojala que las muertes provocadas violentamente, los asesinatos, las masacres, desaparezcan, ya que las otras son inevitables. Mientras tanto, seguiremos mantenido el culto a nuestros muertos, de todos, inclusive los provocados en la “noche más larga” (https://www.youtube.com/watch?v=RD7tdu3x 7BI).
Porque también son nuestros muertos, tanto como aquellos a los que seguimos queriendo, aunque ya no están, precisamente porque mantenemos su memoria.
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