Dientes y encías, por M. Ríos


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Un diente está formado por una capa externa de esmalte, una capa media de dentina ( más dura que un hueso, pero menos que el esmalte) y la pulpa interna que contiene los nervios sensoriales sensibles, al calor, al frío, la presión y el dolor.

Las dos enfermedades más corrientes de la boca son la caries dental y la gingivitis( inflamación de las encías) . La caries aparece cuando la placa dental se acumula y provoca la aparición de agujeros en el esmalte y en la dentina. La placa es una mezcla de saliva seca, con restos de alimentos y bacterias, y se forma allí donde los dientes entran en contacto con las encías.

Si no se limpia los dientes con regularidad, la placa se endurece hasta formar una costra que no sólo contribuye a acumular más placa, sino que además acumula bacterias cerca de los dientes y las encías, donde no pueden eliminarse ni siquiera con un cepillado vigoroso. Estas bacterias producen ácidos al digerir los residuos de alimentos, sobre todo de los que contienen azúcares procesados.

Este acido, que penetra en el esmalte y la dentina, es el que crea las cavidades en los dientes. Estas cavidades reducen la protección de los dientes y hacen que éstos resulten sensibles a estímulos como el frío, el calor y los dulces. Si se pasan por alto , pueden crecer y permitir que las infecciones lleguen a la pulpa, donde pueden provocar dolor e inflamación y dañar los finos vasos sanguíneos y los nervios de los que depende la supervivencia del diente. Si la pulpa se destruye, el diente muere.

Gingivitis

La acumulación de plaxa o de restos de alimentos incrustados alrededor del cuello del diente puede provocar gingivitis. Las encías se hinchan, adquieren un tono rosa intenso y se tornan sensibles. Sangran fácilmente después de comer o durante el cepillado, y en los casos severos, si el tejido comienza a morir, se produce mal aliento.

Fumar empeora el estado de las encías enfermas. Si la gingivitis no se trata mediante la eliminación de la placa y la limpieza regular con cepillo e hilo dental, puede dañar la membrana protectora y perder el diente ( periodontitis).

Prevención

Estas enfermedades dentales y de las encías pueden evitarse fácilmente o bien aliviarse visitando al dentista cada seis meses y manteniendo una buene higiene bucal.

Un cepillado completo tras las comidas y la limpieza regular con hilo dental evitan la acumulación de placa y cortan de raíz el problema de la caries. También es fundamental el tratamiento precoz de las cavidades incipientes mediante un empaste. Así se puede salvar el diente.

Consumo de azúcar

El flúor, ya sea añadido al agua o en la pasta dental, ayuda a remineralizar y reforzar el esmalte dental. No obstante, no puede proteger a los dientes contra una corriente uniforme de ácido producido por el consumo frecuente de azúcar, como los 14 terrones presentes en una lata de refresco.

Los azúcares artificiales, incluso los que se extraen “naturalmente” de las frutas, con los mayores culpables. Se encuentran en diversas formas, incluyendo la dextrosa, la glucosa, la fructosa, la sacarosa y la maltosa.

Estos azúcares atacan al diente cada vez que penetran en la boca. Limitar el numero de veces al día que el azúcar inunda toda la boca mediante la restricción de los alimentos y las bebidas dulces a las horas de las comidas reduce el riesgo de caries.

Comenzar pronto

La caries comienza a edades muy tempranas. Se calcula que en España el 6% de los niños de dos años tienen caries en sus dientes de leche. Lo mismo ocurre con la dentadura definitiva: El 10% de los niños de seis años tienen caries en los dientes acabados de salir.

Cuando alcanzan los 15 años de edad, el 85% tiene algunos dientes cariados que necesitan empastes tras la eliminación de las porciones de diente afectadas.

Para evitar que los niños formen parte de estas estadísticas, establezca unas rutinas dentales sanas en las primeras etapas de la vida. Evite que los niños y los bebés tomen bebidas dulces antes de irse a la cama, por la noche o durante periodos prolongados para tranquilizarlos, ya que dejarán el azúcar en contacto con los dientes durante demasiado tiempo.

Comience a cepillar los dientes de los bebés tan pronto como aparezcan. Para los niños mayores y los adultos, los buenos hábitos dentales incluyen la sustitución de alimentos azucarados y dulces por frutas y verduras frescas, así como prescindir de los refrescos a favor del agua y la leche.

Cómo mantener limpios los dientes.

1)Cepíllese los dientes a fondo dos veces al día, utilizando para ello dentífrico y describiendo movimientos suaves de lado a lado.

2)Asegúrese de limpiar cada parte de su diente: por delante, por encima y por detrás y por los lados en el caso de las muelas.

3)Elija un cepillo que llegue hasta los rincones difíciles. Cámbielo cada tres meses.

4)Límpiese los dientes con hilo una vez al día , preferiblemente después de la cena.

5)La placa acumulada, conocida como sarro, puede eliminarse acudiendo al higienista dental o al odontólogo. Éste practicará un tratamiento que consiste en desincrustar el material con un pico en miniatura. Sólo es posible mantener unos dientes realmente limpios si se desincrustan cada seis meses, o con más frecuencia si así lo recomienda el dentista.

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