El debate sobre el estado de la comunidad


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José Antonio Ortega | jaortega@jaortega.es - www.jaortega.es

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, salió airosa de su primer debate sobre el estado de la comunidad que se celebró la pasada semana. La sucesora de José Antonio Griñán, que por día que pasa va ganando en popularidad y cuyo liderazgo dentro del PSOE ya nadie discute, se impuso, quizá no por K.O., pero sí a los puntos, aunque con claridad, en su enfrentamiento con la secretaria general del PP andaluz, Dolores López Gabarro, que ejerció esta vez de portavoz accidental de su grupo. Entre otras razones, porque, independientemente del contenido de sus intervenciones, Díaz llega a la gente con su oratoria sencilla, si bien directa y elocuente, mientras que la alcaldesa popular del municipio onubense de Valverde del Camino no tanto, a pesar de que le da tela al pico, porque se acompaña de una verborrea que por momentos resulta hasta agresiva y, como con secuencia de esto, poco creíble, por mucho gracejo de la tierra que le ponga a sus palabras.

Además de recordar los agravios que el Ejecutivo de Mariano Rajoy inflige a la región, en su intento de boicotear en lo posible la acción de gobierno de PSOE e Izquierda Unida, la presidenta de la Junta planteó veinticinco propuestas relacionadas con el fomento del empleo, la transparencia y la mejora de la protección social en tanto que López Gabarro prácticamente sólo se dedicó a despotricar contra lo malos que son los socialistas, y lo malos que también fueron en el pasado, todo lo que pudo.

Entre las propuestas enumeradas por Susana Díaz cabe destacar la puesta en marcha de un estatuto para los altos cargos, una ley integral de agricultura, un nuevo plan de construcción sostenible, un plan para el fomento del empleo indefinido y la conclusión de los trabajos para la reforma del sector público. Así como iniciativas para promover el retorno de investigadores andaluces que trabajen en el extranjero; un programa para la rehabilitación de espacios públicos y áreas urbanas degradadas; un plan para la mejora de las áreas de urgencia de los hospitales a partir del próximo uno de octubre; la reanudación de las obras del nuevo hospital de La Línea de la Concepción antes de que concluya este año; una ley de juventud, una ley sobre cambio climático y una modificación de la legislación en materia de ordenación urbanística para posibilitar la regularización de viviendas construidas en suelo no urbanizable.

Sin embargo, López Gabarro, por su parte, no hizo otra cosa que reiterar la idea, ya adelantada por su presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, de un acuerdo para la lucha contra el desempleo, que no se sabe en qué consistiría exactamente. E insistir en una bajada de impuestos que no cuela. Y no cuela porque quienes la proponen son los mismos que defienden las subidas llevadas a cabo por el Ministerio de Hacienda del señor Montoro a lo largo de los últimos tres años y, además, tienen la desfachatez de pedir un día sí y otro también a la administración autonómica, por un lado, que cumpla con los objetivos de déficit y, por otro, que aumente el gasto y su esfuerzo inversor.

Aunque, para más inri, y echándole mucho morro al asunto, la secretaria general de los populares de Andalucía también dedicó bastantes minutos de su tiempo a regodearse hablando de regeneración democrática, un tema en el que, miren ustedes por donde, precisamente el PP tiene menos credibilidad, no ya que el resto de las formaciones políticas del arco parlamentario, sino incluso que el ex tesorero suyo que está en la cárcel.

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