El derecho a expresarse, por R. Fenoy

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Las palabras de Peces Barba hace unos días han suscitado en algunos líderes catalanistas el enfado y en algún otro el cabreo, porque en el fondo y no tan en el fondo sus mentes son fascistas. Además, ni el PSOE ni el PP han estado a la altura de la defensa de la libertad de opinión. Pensamiento único, ¡sobre todo el mío!, dice ellos, el de los demás ¡si piensan, que se lo callen!. Poder decir barbaridades, ¡qué bueno y saludable es!, en esta sociedad democrática española, donde se respeta que cada cual pueda expresarse en libertad, sin amedrentamientos, sin ensoñaciones, siempre manteniendo el respeto al otro, al disidente.

Eso permite en nuestra España de hoy, donde nos hermanamos vascos, gallegos, catalanes, andaluces, extremeños, riojanos, valencianos, castellanos…..en un proyecto social, multicultural, multipolítico, hasta el paroxismo y crítico-económico en estos momentos. Esta España que permite a algunos, que no la quieren ni ver, usar los instrumentos del poder político del Estado para precisamente denostar de la españolidad, que les permite rehuir el debate histórico riguroso para reelaborar el pasado en clave interesada, a fín de legitimar una ficción del presente que pretenden infame e injusto para con sus intereses separatistas.

Estos voceros bilingües, oportunistas, que sólo usan la lengua materna cuando les interesa, además cuentan entre sus filas con fascistas redomados que se quejan de que otros tienen lengua para hablar y trasmitir el pensamiento de manera libre, sin herir, sin denostar, sin insultar a nadie. Porque de qué otra cosa se puede calificar la campaña orquestada por el candidato de CiU a las elecciones generales, Josep Antoni Duran, al calificar de “gravísimas” las declaraciones de Gregorio Peces-Barba sobre Cataluña de las que dice que “son impropias de un dirigente democrático”, y se atreve a exigirle que rectifique sus comentarios.

¡Sí! Como lo leen. Sobre todo cuando lo que manifiesta Peces Barba es sencillamente, en el ámbito especulativo, que a España quizá le “hubiera ido mejor” si en el siglo XVII se hubiera “quedado con los portugueses” y dejara “que se vayan los catalanes”. Quien conoce la historia sabe que pudo ser más que probable que en la España de 1640 la posibilidad de la Corona española de optar por uno u otro frente de guerra fuera más que real y que de haber decidido volcar el esfuerzo militar en Portugal la situación de España en los siglos siguientes hubiera sido muy distinta y posiblemente más favorable.

Por otro lado, los políticos tanto del PSOE, portavoz señor Blanco, que ha tachado las palabras de “desafortunadas”; como del PP, bien mediante Soraya Sáenz de Santamaría, o como el candidato del PP en Catalunya a las elecciones generales, Jorge Fernández Díaz, han afirmado que las palabras respecto a Catalunya de Gregorio Peces-Barba son admisibles. Ambas fuerzas políticas tienen especial interés de desmarcarse de estos comentarios, ya que el 20N está a la vuelta de la esquina.

Pero patinan, ya que en lugar de hacer defensa de la capacidad y el derecho de cualquier ciudadano de manifestar lo que considere oportuno, pudiendo disentir de lo manifestado, se alinean con quienes, de forma intencionada, lo que pretenden es enmudecer al que piensa.

El fascismo ha sido hábil en este extremo, diríamos extremadamente hábil, llegando cuando pudo a la eliminación física de quienes soportaban ideas no deseables. Ejemplo de esta indeseable conducta impropia de quien se dice demócrata es la de Joan Tardà refiriéndose a Peces-Barba con estas palabras: “es un enorme hijo de puta”. ¿Para qué más comentarios?

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