Empresarios y tiburones, por R. Fenoy

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No nos extraña transferir a este hermoso animal experto nadador y voraz provocador de miedos ancestrales, de cualidades maléficas, como si de mala gente se tratara. Pero como eso es así nos permitimos usar de su nombre para hacer referencia a aquellas personas que se hacen con el control de una empresa con el objeto claro y sencillo de exprimirla hasta que no de más de sí, e incluso cuando eso ocurre pretenden venderla arreglada y compuesta a cualquier incauto que se deje engañar.

Parecen estos personajes de Cine, que en lejanos países (Estados Unidos o Argentina) hacen de las suyas con la complicidad de sistemas judiciales corruptos. Pero esto que les contaremos pasa aquí, justo en nuestra Bahía de Algeciras, sin necesidad de alejarnos demasiado.

Este tipo de malas gentes se disfrazan de empresarios, dándose de alta en el registro mercantil correspondiente creando lo que denomina en el argot empresa de capital riesgo.  Analizan la situación de empresas de tamaño grande y con patrimonio inmobiliario y que pasen por una situación delicada financieramente. Consiguen comprar a ser posible con financiación externa mediante fuertes hipotecas a medio plazo y una vez propietarios de la misma comienzan su sistemática tarea de trasvasar todos los activos posibles, comenzando por los inmuebles, a otras empresas de su propiedad. Una vez vendidos todos los locales a sí mismo, a precios interesantes, comienzan a aplicar un  alquiler altísimo a cada uno de los comercios, de forma que mediante estos alquileres levantan los préstamos hipotecarios solicitados. En dos o tres años ya se ha consumado la propiedad total sobre los locales de la anterior empresa comercial. Mientras tanto han ido exprimiendo la parte comercial de la empresa parasitada.  Mediante la ralentización del pago a los proveedores, cada vez hacen más pedidos y tardan más en pagarlos,  (es una variante del conocido timo del nazareno), con lo cual en esos dos o tres  años se acumula una morosidad que en el caso que nos ocupa llega a cifras muy altas. Pongamos 40 millones de euros.  Ni que decir tiene que la liquidez de las operaciones de venta en los distintos establecimientos es retirada del negocio mediante operaciones fallidas que arrojan déficits, con empresas afines que recogen la cosecha  sistemáticamente.

Cuando las deudas con proveedores e incluso seguridad social es enorme entonces ha llegado la hora de maquillar  a la empresa parasitada  y  se le plantea a las trabajadoras y trabajadores que la situación es insostenible y que deben proceder a un ERE  con la pérdida de 500 puestos de trabajo, de un total de 9.000 personas que trabajan para el grupo.  ¡Que es inevitable el cierre patronal, ¡que solo con sacrificios de todos esto puede tirar hacia adelante…!  ¡Ah!, de paso tenemos que retocar el actual convenio colectivo de forma que se empeoren las condiciones laborales y salariales de la plantilla. Pongamos una pérdida del 5% de la masa salarial y una desviación de salario a un plus de transporte o de otra cosa, para reducir el costo de la seguridad social.

De esta forma reduciendo  los costes laborales y con un convenido de semi esclavismo, es posible ofrecer este regalo de empresa a la venta. Ni que decir tiene que la dura negociación con los proveedores ante un escenario de adquisición por otra empresa reduce de forma importante la deuda total, con tal de cobrar algo, ya que los proveedores estafados saben que en los juzgados lo único que recogerán es la ruina y más gastos.

A las trabajadoras y trabajadores, de estos conocidos comercios de alimentación, nos les queda un gramo de fe en estos tiburones, a los que ya han identificado. Pero se sienten perdidos porque creen encontrase en un callejón sin salida.  Desde fuera  se aprecia lo complejo de la situación y la falta de escrúpulos de  estos tiburones empresariales, que la tiñen de un negro intenso.  No obstante en un pueblo marinero como el nuestro sabemos desde tiempos inmemoriales que los tiburones se pescan al palangre.

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