Monte de la Torre

Gracias a ti, mi mejor amigo


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(En agradecimiento a tu perro y al mío
y, a todo el que cánidos no tenga le digo:
De estas aprenderás lo que vale un perrito.)

Mil gracias amigo,
porque hoy eres tú, mi perrito,
quien, al tener que satisfacer sus necesidades fisiológicas, me rescata
y me salva unos instantes para poder salir a la calle en estas datas,
en estos días en que el maldito virus nos acosa
y nos agobia haciendo que pasemos unas angustiosas horas,
jornadas y semanas.

Eres tú, perro del alma,
quien a este jubilado de entre las paredes saca
y, juntos respiramos el aire, en tanto tú levantas la pata
y yo me meo de susto y miedo
pensando en que sucederá mañana, si tendré aliento
o, si en el supermercado más cercano quedará comida y papel higiénico
para limpiarme las manos,
porque el final del recto, está claro,
igual ya está supe limpio
porque los intestinos nada defecaron, ya quedaron vacíos.

Me mira mi perro,
lo acaricio y, al pasar mi mano por su pelo
siento tanta serenidad que se van mis malos pensamientos
y , me hace pensar que este virus invasor va a ser eliminado pronto y con acierto.
Mientras, mi querida mascota,
tú eres quien hoy me pasea en esta calle tan sola;
te conviertes en mi cordón umbilical con el medio
aunque no quiero culparte, perdona, pero por ti salgo de mi refugio,
pero tú, amigo, lo mereces
porque eres fiel y te debo mucho con creces.

Cuando en nuestra marcha vemos a un semejante
nos apartamos como si fuéramos antisociables
cuando necesitamos tanto del calor y estima del otro.
Perro, perrito, esta pandemia que nos ataca y vuelve a los humanos locos
puede que , a vosotros, los que de tu especie, esos chuchos abandonados
esta vez, por interés se salven de ser vagabundos, y les sobren amos
que quieran sacaros de paseo
y, lo que realmente pretenden los interesados es salir ellos.
Esperemos, amigo perro,
que no cambien las normas y no tengas que, en una palangana hacerlo
y yo, mirando tras los cristales, deprimido y aburrido
de vivir en un sin vivir días tan penosamente largos
maldigo y maldigo al coronavid-19, terrible malvado,
que no olvidaremos, por supuesto, si no nos priva de memoria y vida
el virus que tiene que desaparecer para siempre de nuestra compañía.
Voy a dejar de imprecar
porque nervioso se va a sentir el can
y, como comience a ladrar,
a la calle los vecinos nos van a echar
porque ya bastantes dolores nos provocan el coronavirus fatal.
Se ha dormido el perro, pero por favor, que de pánico no se muera
para mañana, gracias a él, salir otra vez a la puerta.

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