Irán-G5+1: Un acuerdo que puede cambiar el mundo

>

 

Juan Luis Gonzalez Pérez | Escritor y Analista

Que el programa nuclear de Irán es exclusivamente civil es algo que todo el mundo conocía de sobra desde hace mucho tiempo. Basta recordar el comunicado conjunto en este sentido redactado por todas las agencias de información de Estados Unidos, cuando Bush se aprestaba a abandonar la Casa Blanca y amenazaba con bombardear a la República Islámica como despedida de sus lúgubres mandatos, para darse cuenta de que todo era una auténtica farsa. Sin embargo, ahora todos aplauden que Irán no construirá bombas atómicas y que el mundo es un lugar más seguro gracias al programa de sanciones que el pueblo persa ha tenido que soportar durante años. Dejémosles que se regodeen en sus propias mentiras. En cualquier caso, es una buena noticia que cambiará mucho el panorama de las relaciones internacionales en medio mundo.

¿Por qué si se sabía que todo era un montaje se ha mantenido la presión sobre Irán? Dejando a un lado el que la tecnología nuclear es de tipo dual y que las potencias occidentales no querían que Irán controlara el proceso, por si algún día decidía cambiar de opinión y ponerse a fabricar una bomba atómica, el programa nuclear militar lleva abandonado más de 12 años como así certificó la CIA o la NSA. Tras los motivos públicos aducidos, se esconden otros bien distintos de carácter más inconfesables por lo impresentable de su naturaleza. Estados Unidos y su cohorte de vasallos, están inmersos en una guerra mundial entre suníes radicales y el resto de confesiones del islam, encabezadas por los shiitas, entre los que Irán se perfila como el país más poderoso. No es que Estados Unidos tenga preferencias confesionales de ningún tipo en el mundo islámico—a pesar de los miembros de los Hermanos Musulmanes que tiene cerca o dentro del gobierno—, sino que su apuesta por Arabia Saudí y el resto de países del Golfo lo ha colocado en esa posición, como el auténtico líder de una región gobernada por sunitas wahabistas, extremistas, intolerantes… y en algunas ramas, incluso terroristas.

Su colaboración con alguna de las dictaduras más sangrientas del mundo, como la saudí —los maestros de los cortacabezas del ISIS— ha sido bastante íntima. Obviamente el petróleo estaba en el centro de todos los intereses, pero también la venta de armas a una región inestable. Como afirmaba Brad Pitt en Killing Them Softly, no podemos olvidar que “Estados Unidos no es un país, es un negocio”. Irán, por el contrario, después de la revolución de Jomeini, se convirtió en uno de los mayores enemigos del imperio y, en tiempos de la guerra fría, se acercó a la órbita del bloque soviético. Esa es la razón —y no otra— por la que ingresó por la puerta grande en el absurdo e infantiloide eje del mal norteamericano y por el fue objeto de todo tipo de agresiones económicas, militares, terroristas y mediáticas.

El affaire nuclear tenía por objetivo convertir en un estado paria a uno de los países más importantes de la región y debilitarlo en lo económico y militar hasta donde fuera posible para impedir que su influencia traspasara las fronteras del país. Paralelamente Occidente y sus aliados del Golfo han emprendido varias guerras para socavar el poder de los países de Oriente Medio y África independientes del poder de los EE.UU. Así tenemos a Irak, Libia, Siria, Yemen, Bahrein… países gobernados por regímenes laicos o muy abiertos en cuanto a lo confesional, como corresponde tradicionalmente al shiismo, habituado a convivir minoritariamente con otras religiones y con otras facciones del Islam.

¿Qué ha podido suceder ahora para que se revierta la situación? Es obvio que el interés norteamericano por el petróleo del Golfo ha disminuido, de hecho ahora es el principal productor mundial. También lo es el que la inestabilidad le causa graves perjuicios militares y le obliga a dejar desatendidos otros frentes en un mundo cada vez más multipolar que ve cómo la decadencia del imperio es progresiva, lenta e irreversible.

Tampoco podemos pensar que el acuerdo significa que EEUU e Irán se conviertan en aliados de la noche a la mañana, pero sí es de esperar que el país experimente una gran mejoría en cuanto tenga acceso a más fondos y proveedores y coloque en el mercado los excedentes de petróleo acumulados durante estos años de bloqueo. El restablecimiento de Irán como actor regional de primer orden, tendrá muchas repercusiones internacionales que, seguramente, han sido valoradas cuidadosamente. Es por ello que ni Arabia Saudí ni Israel están nada satisfechos. Arabia Saudí porque verá el resurgimiento de un enorme país de 80 millones de habitantes, gran productor de petróleo, considerado líder mundial del shiismo, mayoritario en varias de las zonas petroleras saudíes y en países como Bahrein, ocupado militarmente por ejércitos de los al Saud con la complicidad o el silencio de la comunidad internacional. En cuando a Israel, como reconoce su prensa progresista, se le acabó el juguete favorito. Ya no podrá seguir agitando el terror a desaparecer como país por un ataque nuclear iraní, al menos ya no lo creerá nadie. Y eso significa tener que comenzar a hablar de Palestina, de la colonización y de un proceso de paz que nunca existió como tal. Con tantos años de mentiras y plazos pospuestos, cualquier proceso que se inicie, tendrá fecha de caducidad y el horizonte de un estado palestino en el que Israel nunca creyó de veras.

Ahora Irán tendrá las manos más libres y las arcas más llenas para apoyar a sus aliados de Irak, Siria y Yemen en la lucha contra al Qaeda y el Estado islámico, cachorros de las tiranías del Golfo (y de Turquía e Israel). Es posible que ello suponga el fin de algunas agresiones ahora en marcha y que se llegue pronto a un nuevo equilibrio regional mucho más autóctono y sin el factor desequilibrador de unos Estados Unidos con la vista y las dianas puesta en objetivos a miles de kilómetros de allí. Insha’Allah

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
02 mayo 2024 | Rafael Fenoy Rico
Mas que techos, se derrumban en la Piñera
 
02 mayo 2024 | José Antonio Hernández Guerrero
Una amable invitación a la aventura, al diálogo y a la conversación
 
29 abril 2024 | Eduardo Briones
Casas cuevas