La foto de un doble fracaso


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Juan Luis Gonzalez Pérez | Escritor y Analista

Hay imágenes, como esta de Nilufer Demir, que pueden mover el mundo; imágenes que quedarán impresas para siempre en la retina colectiva, que formarán parte de la historia, que trascenderán incluso el tiempo y el contexto en el que fueron tomadas. La foto del pequeño Aylan tumbado en una playa turca es una de esas. Probablemente se podrían haber disparado miles como ella, incluso más duras, con las que ilustrar la guerra contra Siria. Quienes, de alguna manera, tratamos este u otros conflictos, las hemos manejado con una frecuencia escandalosa. Sin embargo, no fueron recogidas por los mass media. ¿Qué tiene esta foto de especial? ¿Por qué ahora?

Muchos medios han estado discutiendo si publicar o no la foto y verificando la compatibilidad con los manuales de estilo propios. En países como Alemania apenas se ha podido ver en la prensa. En el caso de fotografías más duras, con tintes «gores», hubieran sido rechazadas de plano por nuestros paternalistas medios. Esta instantánea, sin embargo, con el cuerpo intacto e inerte del niño kurdo refugiado que no encontró refugio, carece de esos matices morbosos que la hubieran llevado a una segura y más general censura.

El tempo de una noticia es siempre otro factor a tener en cuenta a la hora de analizar su oportunidad. Obviamente, el hecho luctuoso se ha producido en estos precisos momentos, pero no ha sido un caso aislado, ha coincidido con la inmensa oleada migratoria que lleva arribando a las playas europeas y copando los titulares del viejo continente durante muchos meses. Oleada que, lejos de detenerse, se ha convertido en una tormenta perfecta o, si se prefiere, en una cadena sin fin de huracanes como la que ahora atraviesa el Pacífico. Según determinados analistas internacionales con acceso a informaciones directas de inteligencia, es muy probable que el fin de la guerra de Siria esté ya pactado y sea cosa de pocos meses para atar los muchos cabos sueltos, pero este tipo de informaciones hay que ponerlas siempre en cuarentena, sobre todo cuando se habla de Medio Oriente.

Sea como fuere, la foto es el reflejo de un doble fracaso. Por un lado, el fracaso en Occidente en imponer su voluntad «manu militari» a un pequeño país como Siria, que resiste con uñas y dientes, prácticamente sola, aunque desangrándose, a los ataques de hordas de terroristas venidas de todo el mundo financiadas generosamente con los petrodólares del Golfo y entrenadas y equipadas con nuestras mismas armas y equipamiento. Por otro, el fracaso de la Unión Europea en ser garante de los derechos humanos y de la aplicación de la justicia universal, tanto fuera, como dentro de sus propias fronteras. El fracaso en adoptar una posición común en política exterior o en cuestiones sociales esenciales. Algunos hablan, sin ambages, de un naufragio europeo, otro más. Frente a cada cuestión importante, Europa no existe como tal, es poco más que una jaula de grillos desafinados, sin orden ni concierto.

Mientras, en los despachos, nuestros líderes negocian cicateramente cifras de refugiados a «acoger», miles de personas mueren llamando a nuestras puertas en las playas del continente; pero muchas miles más se aprestan a huir en los próximos días, semanas o meses, de la guerra y la miseria, jugándoselo todo por alcanzar una vida mejor o simplemente una vida. No se trata de ningún efecto llamada, sino de la lógica y natural reacción de huída frente a la muerte, a la tortura, a la violación, a la trata,… o a cualquier atrocidad que pueda ocurrírsele a algún cabecilla terrorista pasado de pastillas.

Y esa marea no se detiene ni con cuotas, ni con concertinas, ni con muros; ni si quiera con policías o militares. Ya es hora de que se implementen medidas para evitar que se generen más refugiados. Otro chico sirio lo decía ante las cámaras de manera lapidaria y se ha convertido en viral estos días:

«Por favor, ayuden a los sirios. Los sirios necesitan ayuda ahora. Solo paren la guerra, nosotros no queremos quedarnos en Europa, solo paren la guerra»

A buen entendedor…

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