Lo llaman bilinguismo y ¿lo es?


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Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

Desde hace varias décadas se vienen desarrollando experiencias de programas de bilingüismo en centros educativos andaluces. Una de las primeras hay que fijarla al inicio de la década de los años 90 del pasado siglo. Concretamente varios centros docentes de primaria e institutos, uno por provincia, ponían en marcha con el apoyo de la embajada de Francia estos programas experimentales. Que fueron evaluados y se sacaron conclusiones que se suponían orientarían la política educativa en este campo curricular. Pasaron quizás a mejor vida no obstante se siguieron realizando experiencias de un llamado bilingüismo de “baja intensidad”, hasta que en marzo de 2005 se aprobó el plan de fomento del bilingüismo en Andalucía.

No ha existido la necesaria reflexión ni en la sociedad en su conjunto, ni mucho menos en los claustros del profesorado, sobre las consecuencias de desarrollar esta política lingüística si modificar profundamente el actual modelo educativo monolingüe. Alguna pregunta podría haberse formulado: ¿Que supone para una sociedad con una sola lengua materna usar dos lenguas en su sistema educativo? ¿Qué efectos culturales puede tener, teniendo en cuenta que la lengua materna es el vehículo clave para la trasmisión cultural? ¿Es posible una escuela bilingüe en una sociedad mono lingüística? Sobre todo porque en España existen modelos de bilingüismo de sobra conocidos: catalán, gallego o vasco.

Los políticos andaluces han presentado el plan de bilingüismo como la solución al problema del fracaso en el aprendizaje de idiomas en nuestro país, especialmente del inglés, a pesar de dedicarle en la enseñanza obligatoria más de 2000 horas. Pero es preciso indagar si el modelo adoptado es la mejor opción para conseguir ese objetivo. Si es posible otras alternativas, como por ejemplo reforzar el aprendizaje de los idiomas en la propia materia de la lengua extranjera, con una mayor presencia de lectores nativos o más programas de inmersión lingüística.

El llamado plan de bilingüismo, no llega a eso y, a pesar de su nombre, no pasa de ser un sistema de refuerzo de un idioma extranjero. Porque utiliza tiempo del curriculum de otras materias, porque no cuenta con un profesorado nativo, ni se produce una verdadera inmersión lingüística. Además genera, cuando no es obligatorio en todo el centro, la segregación de alumnado, ya que, en general, las familias más motivadas eligen la opción bilingüe. Se pretende dar respuesta a este efecto no deseado haciendo que el programa bilingüe funcione como una optativa.

Merece considerar hasta qué punto este programa ha supuesto un negocio para empresas privadas como el Trininy College y la Universidad de Cambridge o sus equivalentes en otros idiomas. Así como, aunque sea en último lugar, pero no de menor importancia, alguien debería haberse cuestionado. ¿Qué consecuencias laborales tiene y tendrá el plan de bilingüismo?

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