¡Me huele a romero quemao!, por J. J. Pomares

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En toda la historia de la nueva democracia española no hay en el Campo de Gibraltar un precedente parecido a lo que está sucediendo en Los Barrios. Siempre ha habido disputas entre distintas formaciones políticas, pero jamás había llegado a la alcaldía en ninguno de los siete municipios un alcalde con tales instintos de exterminio, y mucho menos contra los trabajadores.

La actitud dictatorial, extremista y fascistoide del alcalde, que hasta hace poco era una plañidera a la hora de exigir democracia, convierte a aquel despropósito de alcaldesa que era Geli Ariza en una entrañable señora.

El argumento de disolver, y se supone que luego liquidar, las empresas municipales pierde legitimidad cuando se hace atropelladamente, sin respetar las causas y el proceso que marca la Ley de Sociedades de Capital, en vigor desde septiembre de 2010, y que en realidad se trata de un texto refundido que elimina normas de cuatros textos legales distintos.

La excusa esgrimida es la de quiebra técnica “Por pérdidas que dejen reducido el patrimonio neto a una cantidad inferior a la mitad del capital social, a no ser que éste se aumente o se reduzca en la medida suficiente, y siempre que no sea procedente solicitar la declaración de concurso”, según establece el artículo 363 de dicha ley en su apartado “d”, tal como señaló el nuevo alcalde.

Quizás sea eso posible en algunas de las sociedades, pero no lo es en el caso de Iniciativas Los Barrios, con un patrimonio que incluye terrenos industriales, sus propias oficinas y participaciones en el parque eólico El Pino y en Gamasur Campo de Gibraltar, que gestiona la planta de reciclaje de residuos industriales, sociedad ésta que ha tenido una evolución constante desde su constitución.

También dudo de la quiebra en Radio y Televisión Los Barrios, que es dueña de sus instalaciones y equipos.

No se han hecho públicas las deudas y el patrimonio, pero sí la intención de acabar con las empresas municipales deprisa y corriendo, como si le quemase al nuevo regidor su sola existencia. Y tampoco se ha comunicado aún a los acreedores dicha disolución, porque las deudas sociales deben saldarse para poder disolverlas y luego liquidarlas, como parece que es el propósito.

Las empresas no son malas ni buenas, sino quienes las gestionan. Tienen deudas y nadie dice que no las tengan y si esa es la justificación para cerrarlas, entonces también habría que hacerlo con el ayuntamiento, cuya deuda supera amplísimamente el de sus sociedades. Pero entonces Jorge Romero volvería a quedarse en el paro.

Lo que sí se percibe nítidamente es que Romero no tiene ningunas ganas de gestionarlas, aunque no estén en quiebra, después de su fracasada aventura como empresario privado.

Si bien es cierto que el PSOE utilizó esas empresas para propagar su clientelismo político y meter con un calzo a tipos de todo pelaje, a los que les embolsaban pingües nóminas sin exigirles una disciplina laboral, también es cierto que a través de ellas se ha propiciado el desarrollo industrial, empresarial y comercial que ha tenido Los Barrios en los últimos años.

Como indiqué, todo es cuestión de cómo se gestionen, y lo más lógico es desprenderse de esos chinchorros que llevan una pila de años dedicados a la vida contemplativa sin currelar, pero no pagarlo con mileuristas que son, precisamente, los que dan el callo.

Ni en los modos ni en la forma parece este Jorge Romero aquel otro de la oposición que constantemente reclamaba participación, información y equidad. Hay que reconocerle que le ha funcionado el mitinmóvil, ese carricoche que ha paseado por todas las barriadas y desde el que prometía arreglarlo todo, pero sin decir cómo. Su elixir era éste, y parece que es sólo el principio. Más que una alcaldía da la impresión de haber obtenido un caudillaje, como aquel otro que reposa hoy bajo una losa de varias toneladas en el valle de Cuelgamuros.

Es la grandeza y al mismo tiempo la miseria de la democracia, en la que cualquier cenutrio iluminado puede hacerse con un cargo público y terminar por hacer polvo un pueblo, porque gestionar, lo que se dice gestionar, éste sólo sabe hacerlo tres meses.

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